Leo unas declaraciones de un jugador del Athletic en las que se refiere al malestar que ha ocasionado en el vestuario la pitada después del último partido en San Mamés, luego de haber perdido contra un equipo descendido y que como consecuencia de ello, con toda seguridad, no podrá acceder a ningún torneo europeo con el consiguiente perjuicio económico para el Athletic. Espero que ese malestar se refiera al amor propio herido, pero del contexto de las declaraciones, parece deducirse que hay un cierto reproche hacia la afición, pues a renglón seguido se le reconoce a esta la facultad de expresarse libremente. Pues faltaría más. Solamente quiero recordar que los jugadores del Athletic pertenecen a un colectivo especialmente privilegiado, mimado por los seguidores del club y a los que se les ha excusado siempre casi todos sus fallos, algunos de ellos clamorosos, impropios de jugadores de élite. Todo ello sin entrar en el asunto de la retribución económica de ese colectivo dada la cuantía de sus fichas. Como ejercicio recomiendo al lector que estime cuántos años de su salario son necesarios para igualar la ficha anual de una buena parte de los jugadores. Una última consideración: A mí el espectáculo qué ha dado el Athletic en este final de temporada no es que me produzca malestar, es que me duele en el alma.