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Carta a los poderosos

No son los más poderosos ni Obama, ni Trump, ni Putin, ni tan siquiera el presidente chino Xi Jinping. No. El más poderoso de todos es un muchacho de 35 años, venezolano simpático y músico, director de orquesta, que ha dirigido estas navidades el concierto de Año Nuevo que se celebra en Viena y que lo ven en 54 países alrededor de 1.000 millones de personas que aman la cultura, el arte, la artesanía de la piedra y el cuero, la danza etérea de cuerpos femeninos y masculinos, las columnas griegas, las flores de Italia, las voces del coro, el milagro de la madera y el viento, los orfebres del oro y el hierro, todo bajo la pequeña batuta de un joven genial, que, a pelo, sin partitura, es capaz de coordinar a un grupo de maestros para el beneficio de las almas de millones y millones de personas que aman la paz del vals, la alegría de vivir y los sueños del soñar. Gustavo Adolfo Dudamel, tocayo de Bécquer, a quien también gustaba jugar en el juego nítido de la poesía y las quimeras sustanciales de belleza: “¿Qué es poesía?, dices, mientras clavas en mi pupila tu pupila azul. Poesía? eres tú”.