Síguenos en redes sociales:

Felipe VI y su discurso navideño

Han pasado días, desde el discurso del rey y las opiniones, se han ido juntando en un dictamen generalizado.

“Son tiempos para profundizar en una España de brazos abiertos y manos tendidas, donde nadie agite viejos rencores o abra heridas cerradas”. Que desprecio a la memoria de los 112.000 desaparecidos, es decir asesinados por la orden del asesino que impuso la monarquía y que nombró a Juan Carlos I. Este señor (ni su padre) han entendido nada, no se abren heridas cerradas, porque nunca se han cerrado.

Faltó en ese relato más espacio para los perdedores, para los refugiados, para quien sufre la pobreza infantil o energética o para las víctimas del terrorismo machista. También faltó alguna palabra contra la corrupción y los corruptos aprovechados de esa grandeza de espíritu, alguna mención a los próximos que representan lo contrario, a tanto trabajo honrado, solidaridad y sacrificio.