Así razonaba yo, pero entre medias se coló ese titular de prensa que hablaba de un jabalí que había llegado nadando a una playa alicantina y acabó mordiendo a una señora de Cuenca. El detalle de que fuera conquense salía en todas las notas, así que de alguna manera debería ser importante para quien las redactó. Los jabalíes no suelen ir a la playa, pero sí son perfectamente capaces de nadar (las redes abundan en testimonios de tal arte) incluso en las zonas superpobladas y donde la naturaleza ha sido tan castigada como la costa levantina. Lo de Cuenca, sin embargo, me deja pensando que hay oculto algo profundo y más eterno que los restos de antiguos monarcas. Una pasión por lo insólito, digamos. Una intriga más allá de las monarquías decrépitas.