ADA vez que lleno el depósito de carburante del coche llamo a mi mujer para decirle que el cargo bancario cuya alarma llega al móvil, no corresponde a ningún gasto en joyas, regalos o flores para querida alguna, si no que, simplemente, es que he llenado el depósito para poder seguir circulando.

Por ello, observo con indignación cómo la realidad mediática del país ha dejado de estar centrada en la subida del coste del carburante o de la luz, para invadirnos con información sobre el emérito, como si lo realmente importante para el ciudadano de a píe, fuese si Juancar va a dormir en Zarzuela o no.

El susodicho ha vuelto a bordo de un avión privado que habrá costado, vete a saber a quién, un potosí y evidenciando que, además del pastón, una visita a la familia y una salida en velero bien justifica los miles de litros de carburante que necesita el avión de marras y la ingente contaminación generada por el capricho real.

Todo ello, en un momento donde la Unión Europea, en aras a disminuir la dependencia energética para con el gas ruso,ha ha presentado el plan REPower EU, con el objetivo de aumentar la participación de renovables, diversificar el suministro energético de los proveedores a corto plazo y promover la eficiencia energética.

El plan presentado por el Ejecutivo comunitario, según he podido leer en la prensa especializada, propone aumentar la contribución de las energías renovables en el mix energético, de tal manera que plantea aumentar su participación del 40% marcado actualmente para 2030 al 45%, lo que se traduce en 1.236 GW de energías limpias para 2030 frente a los 1.067 planteados inicialmente en el paquete Fit for 55.

A largo plazo, el Ejecutivo comunitario pretende que la energía solar y la eólica produzcan el 66% de la electricidad del sistema en 2050, lo que supone duplicar la tasa desde el 33% actual. En este marco, el objetivo es que la eólica represente el 31% de la capacidad de producción de energía de la UE y el grueso, el 35%, provenga de energía solar.

Al parecer, para poder cumplir los objetivos fijados, habrá que impulsar de forma decidida la puesta en marcha de todo tipo de energías renovables y en ello nos tendremos que implicar todos y cada uno de los ciudadanos europeos para ir integrando el chip de las renovables a nuestras vidas.

Las miradas, mayoritariamente, se fijan en la energía fotovoltaica y en las eólicas y si bien, la instalación de placas en los tejados de edificios residenciales, institucionales o industriales, tiene todavía mucho recorrido por andar, no es menos cierto que la instalación de placas a modo de huertos solares y los aerogeneradores en las alturas, obviamente el viento abunda en las zonas altas y montes, conlleva una polémica sobre la dimensión de las implantaciones y el equilibrio entre el impulso a las renovables y la preservación del medio natural y, no lo olvidemos, del suelo agrario.

Sin caer en el simplismo de, quiero renovables pero no cerca, si es cierto que en un territorio como el nuestro, principalmente Bizkaia y Gipuzka, donde las buenas tierras agrícolas escasean, la instalación de estas infraestructuras hay que estudiarlas con gran cuidado y con sensibilidad hacia el sector primario.

Ahora bien, me llama poderosamente la atención que en este país, Euskadi, eminentemente forestal, no se haya dado un acuerdo de país para que, al menos, la energía renovable por antonomasia de los edificios públicos sea la biomasa, generada en base a la madera local. Las instituciones públicas debieran ser el ejemplo a seguir por el resto de la población y al mismo tiempo, ejercer de elemento tractor para todo el sector forestal vasco, comenzando desde los baserritarras propietarios de montes hasta la industria transformadora y resto de eslabones de la cadena.

Queremos monte bien gestionado y bosques cuidados, o masas forestales como a algunos les gusta llamarlos, pero al mismo tiempo, no fijamos como prioridad el uso de la madera en la construcción de viviendas protegidas impulsadas o apoyadas desde las instituciones o tampoco fijamos prioridad alguna para la biomasa en los planteamientos de energías renovables cuando, desgraciadamente, los bosques los tenemos en un estado cada vez más preocupante.

Ahora que el debate forestal está en boga, sería conveniente que las instituciones públicas, desde la menor hasta la mayor, y los partidos políticos llegasen a un consenso sobre este tema y fijar la biomasa como energía renovable del país.

Nos jugamos mucho en ello. l

* Miembro del sindicato ENBA