Desatragantados de Marine Le Pen hasta el próximo susto, dediquemos un ratito a pensar cómo el populismo de extrema derecha se parece tanto al de extrema izquierda. A los fachas los teníamos calados hace cuarenta años. Ahora, ya no hay hijo de madre que entienda la rebelión de sumarse al facherío declarado o al disfrazado. Los resultados dicen en Francia que lo ultra engorda entre los menos formados pero esa parte de nuestra juventud, la más formada de la Historia, que pretende que los fachas somos todos, pinta en la pared la Z de la invasión rusa. Una Z facha.