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Hoy, la cosa ha cambiado. Y mucho. Y mucho más, entre las filas del PP. Las faltas de respeto y la ausencia de una elegancia parlamentaria brilla por su ausencia cada vez con mayor frecuencia y nos deja hace una semana un "coño" en boca de Pablo Casado que recuerda, por el espacio compartido, al famoso "se sienten, coño" que ya se escuchara un 23 de febrero de 1981 en el Congreso de los Diputados.

Qué decir de las perlas que nos llegan desde la Asamblea de Madrid, desde que Díaz Ayuso arrasara en las pasadas elecciones: "delincuentes, mezquinos, boca mustia, izquierda caviar" son algunos de los vocablos con los que la presidenta madrileña se despacha a gusto para lograr titulares de corto recorrido, pero mucha sonoridad.

La falta de educación y chabacanería instalada en el Partido Popular es reprobable e impropia de un partido que lidera la oposición y es alternativa al gobierno de la nación que quiere dirigir. Y la escalada no parece tener fin. La última alusión a los profesores catalanes (dice Casado que no dejan a sus pupilos acudir al baño si no lo piden en catalán) es un mensaje corrosivo cuyo único objetivo es la pugna electoral que mantiene tanto en clave de liderazgo interno con la lideresa madrileña, como externa, en búsqueda de los peces perdidos en el caladero de Vox.

Se torna urgente la vuelta a la elegancia política. Y se tornan urgentes líderes que vean más allá del efecto del tuit y la frase populista.