A Comisión Europea ha leído en las hojas de té la estrategia china de posicionamiento global y propone responder con infraestructuras en Asia, África y Latinoamérica. Mientras Europa olvidaba por sus crisis de este siglo el complejo colonial y aparcaba sus políticas de apoyo al desarrollo, Pekín ha ido copando posiciones de influencia hasta que, en la última Conferencia Euromediterránea, la cuenca africana prefirió reunirse con los chinos. El poder mandarín es sonriente pero no amable. Envuelve con una deuda que solo se compensa con derechos de explotación o de suministro. Es colonialismo sin complejos.