L relevo de Idoia Mendia al frente del PSE va a abrir una nueva etapa en el partido de los socialistas vascos y aumenta la incógnita sobre la estrategia y la senda política que seguirá la formación en este país tan poliédrico. Sobre todo, porque hablamos de un partido de gobierno, que participa en los Ejecutivos de la CAV, de las diputaciones forales y de los ayuntamientos de las capitales, en coalición con el PNV. Es, quiera reconocerse o no, el dilema del millón, en gran medida porque cada vez aumentan -y aumentarán aún más en los próximos años- los cantos de sirena hacia gobiernos de izquierda mediante un cambio de alianzas. En especial si EH Bildu mantiene esa apuesta de cierta moderación y -con perdón- de "cautivar a España" encandilando a PSOE y Unidas Podemos, con quienes mantiene muy buenas relaciones y se deja seducir para negociar los Presupuestos.

Pero, además, la sustitución de Mendia refuerza el insólito sistema de liderazgos de los partidos en este oasis vasco y que va camino de convertirse en un hecho diferencial, porque no existe en ningún otro lado: la bicefalia. Una práctica que solo es vocacional en el PNV (actualmente, Andoni Ortuzar como presidente del EBB e Iñigo Urkullu lehendakari), pero que existe también en EH Bildu (Arnaldo Otegi en el partido, Maddalen Iriarte en el Parlamento), Podemos (Pilar Garrido/Miren Gorrotxategi) y ahora se extenderá al PSE (sea o no Eneko Andueza el nuevo secretario general, con Idoia Mendia como vicelehendakari en el Gobierno vasco, dejando solo a Carlos Iturgaiz como líder (o así) omnipotente en el PP. La bicefalia puede facilitar las cosas o empeorarlas si no se tienen claras sus fortalezas y riesgos. Pero previene los "caudillismos" y los "estalinismos cuqui", como define Iñigo Errejón la etapa de Pablo Iglesias en Podemos. Difícil ser más cruelmente preciso.