A memoria es traicionera, pero a uno le da la sensación de que Barack Obama tardó algo más de tiempo en decepcionar al mundo que Joe Biden. No es que el papelón del nuevo presidente de EE.UU. fuera fácil -las cosas solo eran mágicamente sencillas para Donald Trump- pero la gestión en Afganistán está siendo un desastre de cabo a rabo. Intuíamos que llegaría el desengaño porque la eficaz seducción del marketing político termina donde empiezan las negociaciones impúdicas y las decisiones comprometidas. El tiempo se agota para miles de afganos desesperados, con Biden y todos nosotros acobardados. Suene el réquiem.