L final, el pato del envío de las cartas amenazantes con balas de Cetme contra Pablo Iglesias, Grande-Marlaska y la directora de la Guardia Civil, María Gámez, lo va a pagar el vigilante que no detectó el contenido. Se parece mucho al tópico del dedo y la luna. Quizá el asunto hubiese merecido mayor celo o un escáner más preciso, pero las balas las envía alguien y las carga el diablo. El episodio es muy chusco, aunque es posible que el rifirrafe del debate esté apuntando (con perdón) a un cambio en la tendencia de voto. ¡Lo que no habremos de ver hasta el 4-M...!