DA la repugnante sensación de que en el Mediterráneo se está jugando una partida de póker en la que se están arriesgando las vidas de 134 seres humanos a bordo de un barco sin rumbo. El ministro italiano Matteo Salvini es capaz de disputar varios pulsos al mismo tiempo, incluso contra su propio jefe. Se sabe ganador de esta guerra, aun perdiendo la actual partida. El Open Arms presiona con la delicada situación a bordo y habla de “secuestro”. Con Sánchez de vacaciones y la UE desaparecida -que inmensa decepción-, todos tienen un as en la manga. Falso, claro.