Pasen y fumen
El 2 de diciembre tenía una cita ineludible. Los Nice Boys emulaban a los Guns & Roses interpretando sus canciones a partir de las 21.30 en el Kafe An-tzokia de Bilbao. Iba en compañía de mi sobrino, a quien días antes propuse el plan y desde entonces casi no dormía de la emoción. Llegamos, y en la entrada se desvaneció todo eso. El mundo se vino abajo. Estábamos a diez metros del escenario, solo nos separaba una pared. Pero entre esta y nosotros se interponía algo insalvable: el artículo 19 de la ley 10/2015 de 23 de diciembre, de Espectáculos Públicos y Actividades Recreativas. Una ley que comprensiblemente prohíbe la entrada, a esas horas, a menores de 16 años a recintos con espectáculos de esta índole. Ni de puntillas ni con el pelo desenfadado habría forma de que sus 9 años aparentaran 16. La ley se aplicó a rajatabla, contundentemente. Igual que en otros tantos temas importantes. Sin embargo, me consta que unos asistentes fumaron durante el concierto, sin que a estos se les aplicara la ley de igual manera y sin que siquiera se les apercibiera. Mientras un niño y su tío dormían con la frustración a cuestas, otros adultos ejercían tal condición, fumando donde no hay que hacerlo, y con la complicidad, en este caso, del Kafe Antzokia. Un gran ejemplo para un niño de 9 años. Cómo explicarle que quienes censuran el acceso a la cultura o la música a un niño que no bebe, no fuma, no molesta, no agrede ni rompe el mobiliario, permiten el acceso a adultos que poco tienen de adulto cuando se pasan por el forro la ley que protege los derechos de otros. Espero sus explicaciones.