La nueva ley de alcohol que el Ministerio de Sanidad desea poner en vigor contempla algunos cambios que afectarían a los padres de los menores que consuman bebidas alcohólicas. Multarles por este consumo parece una medida demasiado drástica, pero tienen una base lógica. Desde el siglo XIX el Código Civil español recoge la responsabilidad de los padres sobre los daños que produjeran sus hijos en general. Tal vez no haya que hablar de culpa por parte de los progenitores ante las conductas poco saludables de sus hijos; pero sí de una respuesta. Y, sobre todo, cuando afectan a la salud y a la integridad física y mental de los menores, e incluso a la sociedad. Enseñar a nuestros hijos quizás sea uno de los retos más difíciles al que los padres y madres nos enfrentamos. Educar puede llegar a ser hasta ingrato ya que en no pocas ocasiones hay que decir no. Hay que prohibir, sobre todo en las edades que comprenden la adolescencia cuando los jóvenes sienten tantas ansias de libertad, pero aún no tienen la madurez suficiente para gestionarla. Educar puede hacer que en un momento dado nuestros hijos nos perciban como enemigos. Aun a riesgo de no ser comprendidos por ellos, la tarea de educar es ineludible. Proteger a un hijo de sí mismo cuando sus actos tienden a destruirlo no tiene que ser nada sencillo. Los padres deben comprometerse de manera activa en esta tarea. Y no estaría de más que sobre los menores que adoptan este tipo de comportamientos también recayese algún tipo de corrección. Aunque orientar y corregir sea a veces ingrato, los resultados de una buena educación son reconfortantes para los menores, para sus padres y para la sociedad.