Ahora que celebramos la Navidad y la tradición cristiana vuelve a estar en la agenda mediática, deseo traer a estas líneas un suceso de tinte religioso que llamó mi atención en Markina-Xemein. Desde 1787, uno de los emblemas más destacados de la villa bizkaitarra es la fuente de la plaza céntrica Goiko Portala. La fuente sostenía sobre sí una escultura en mármol del Niño Jesús de Praga desde principios de los años 20. Hace unos días presencié cómo dicha figura había sido trasladada a una esquina de la iglesia del Karmen. He tenido la suerte de dar con la verdadera razón de esta reforma, que según reza una nota de prensa emitida por la corporación municipal el pasado 17 de octubre, viene a ser, por respeto a la tradición, recuperar la forma real de la antigua fuente, que hace casi cien años no sostenía al Niño Jesús, sino una perinola colocada ya encima del monumento. La operación costó más de 6.200 euros al bolsillo de los markinarras. No deja de ser chocante que un ayuntamiento gobernado por la izquierda abertzale desee retirar símbolos de hace casi un siglo teniendo por baza la recuperación de las esencias tradicionales, cuando ee emblema retirado uno de los cientos de símbolos que configuran la tradición cristiana del pueblo vasco. Concluyo pues que si Bildu deseaba recuperar la tradición verdadera, bien podría haber dejado el Cristo donde estaba, como curiosamente ha dejado la inscripción que sella la fuente desde que Carlos III, rey de España, pisara la villa para jurar fueros, y dejara inscrito en euskera castellanizado: Carlos Irugarrena, Vizcaico Jaun dala, Marquiñaco urijac eguin nau onela. Tampoco estaría mal recuperar la denominación castellana del pueblo, Marquina-Jeméin, único nombre oficial (y tradicional) hasta la entrada en vigor de nuestro Estatuto. Y para finalizar, admitir que la izquierda también promueve limpiezas ideológicas, las cuales, además, pagamos bien caras.
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