Declarada la enfermedad del ébola y el riesgo de contagio, se aprecia tan difícil controlarla como hacerlo con quienes han saqueado y siguen saqueando España. La situación que estamos pasando por la calamidad y el saqueo es complicada y se complica mucho más, porque en lugar de aunar fuerzas para curar a la sanitaria, evitar posibles contagios e impedir los saqueos, resurgen el enfrentamiento político cainita y el latrocinio, fundamentos de nuestros males. Contentos deben de estar por el enfrentamiento, el revuelo envolvente en torno al ébola y viendo a los ciudadanos discutiendo acerca del can Excalibur y el fracaso de la roja. Frotándose las manos están aquellos que riéndose de la Justicia, insatisfechos con sueldos de escándalo, saquearon Caja Madrid y Bankia, vendieron preferentes a jubilados y minusválidos, desahuciaron, dándose a la buena vida en restaurantes y hoteles de lujo y en viajes de placer. Se sabía el modus operandi y vivendi de miserables que operaban con las tarjetas black. Se conocían otros expoliadores de cajas, corruptos, corruptores, evasores, malversadores y encubridores. ¿Porqué no se denunciaban judicialmente? Por indecencia, inhumanidad y egoísmo. Porque a diferencia de los fallos en el protocolo para evitar el ébola, el seguido por las pandillas de golfos aforados, ejecutivos y consejeros de cuotas, de príncipes, y miembros del PP, PSOE, IU, UGT, CC.OO., CEIM, pujolistas y gürteristas por preservar la casta y la pasta, privilegios y prebendas, ha funcionado a la perfección. Dado que el rescate de Bankia ha supuesto 24.000 millones de dinero público lo que se debiera de hacer es embargarles, que devuelvan la pasta. El glamour de robar con tarjetas black es una vergonzosa realidad y si la corrupción, como el ébola, no se erradica de raíz, volveremos a Sierra Leona.
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