Narcisismo político
Vivimos malos tiempos y no lo digo precisamente por la crisis económica que estamos sufriendo, ni siquiera por la corrupción instalada y generada en instituciones que consideramos básicas para la convivencia en democracia.
Vivimos malos tiempos porque aquellas personas que tienen que dirigir e impulsar los países hacia una prosperidad de todo tipo, viven inmersos en un narcisismo paralizador. Me refiero a la clase política española, que en estos momentos no está a la altura de la ciudadanía que gobiernan.
Mientras lamentables y dolorosos sucesos difunden el comportamiento solidario y generoso de los pueblos, la clase política dirigente se encierra en una espiral de silencio, tras unos cristales blindados y oscuros, como si el silencio y la oscuridad les vistiesen de laxa ignorancia.
No rinden cuentas ante la ciudadanía, solo ante sus abyectos parlamentarios que aplauden y apuntalan la necedad de sus discursos.
La clase política española está imbuida de narcisistas que prestan todos sus sentidos a los halagos de la mediocridad que lame sus miserias, asentados en estructuras construidas a su imagen y semejanza.
¡Qué baja es la calidad de esta democracia y qué tristes y malos tiempos vivimos!