EL anuncio por parte del PNV y del PSE-EE de la primera reunión bilateral en el marco de una negociación global sobre lo que ambas formaciones definen como "grandes acuerdos de país" -paro e impulso económico, reforma y fraude fiscal, entramado institucional y sostenimiento de los servicios públicos- incluye la comprensión previa del momento de grave exigencia socio-económica que atraviesa Euskadi y la asunción de la responsabilidad que tradicionalmente se ha atribuido a las dos sensibilidades políticas de mayor recorrido histórico e institucional. Es también posiblemente el camino para solventar una situación de inestabilidad insostenible para hacer frente a los efectos de la ya prolongada crisis, sobre todo, una vez constatadas por ambas partes las dificultades que conlleva tratar de alcanzar acuerdos de similar calado y alcance con otras formaciones con representación parlamentaria. El mero hecho de que PNV y PSE minimicen sus diferencias, que evidentemente las seguirá habiendo, y especialmente su historia más reciente y las fuertes tiranteces que han caracterizado su relación en los últimos tiempos, siquiera para tratar de alcanzar consensos; se puede al mismo tiempo entender como una reivindicación de la política y una recuperación de su objetivo original, la búsqueda de soluciones a los problemas de la sociedad más allá de la disparidad ideológica, el interés partidario o las distancias personales. Incluso aunque ello lleve implícito el riesgo de defraudar ciertas susceptibilidades y hasta la confianza de los ciudadanos en el caso de no alcanzar los puntos de encuentro que se pretenden ofrecer como base sobre la que asentar el relanzamiento de Euskadi. En ese sentido, la obtención de un diagnóstico común en los cuatro ejes sobre los que arrancarán las negociaciones puede y debe facilitar la superación de los matices y, allí donde las hay, incluso de las divergencias respecto a los modos y métodos con que revertir la situación. Más aún, la combinación de esos matices y esas divergencias añadirían virtualidad al resultado y permitirían extender la colaboración a otros ámbitos, también a aspiraciones de tan amplio respaldo social como el que representan ambos partidos y que a día de hoy parecen relegadas a consecuencia de la grave situación económica.
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