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Un destello cultural en la crisis

Los museos Guggenheim y Bellas Artes han protagonizado un buen ejercicio 2010, en medio de una conyuntura económica desfavorable; las cifras registradas por el primero vienen a desbaratar los ataques del Gobierno López

LO normal al hacer balance de un ejercicio marcado por la crisis económica es que los índices en negativo campen a sus anchas por los anuarios de los sectores que conforman la realidad de una sociedad. En ese oscuro panorama, sin embargo, suelen aparecer destellos que recuerdan que el buen hacer es el mejor antídoto contra la recesión. Si ese destello nace, además, del mundo de la cultura, el país que lo contempla puede sentirse orgulloso de mantener el tipo en un ámbito que, generalmente, es el primer pagano cuando vienen mal dadas en la economía. El destello lo han ofrecido en este inicio de año los dos museos estrella de la capital vizcaina y de Euskadi, el Guggenheim y el Bellas Artes. Más potente el primero, con un cómputo global muy positivo si se atiende a las circunstancias en que se produce, pero también intenso el segundo, con el registro de récords históricos de visitantes en alguno de los meses de 2010. En el caso del Guggenheim, el museo ha cerrado el año con un incremento con respecto a 2009 cercano al 6% en el número de visitantes. Esto supone que durante el pasado ejercicio fueron 956.417 personas las que accedieron a las colecciones expuestas en el emblemático edificio de Franck Gehry. El museo supera así las previsiones que había realizado para 2010 y lo hace en una coyuntura económica global desfavorable. Aumenta el número de visitantes extranjeros, con un 2% más que el año anterior, lo que sitúa la cifra en el 61% del total. Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos han sido los países que más visitantes han aportado, mientras que del Estado español ha llegado uno de cada cuatro usuarios. Los vascos han marcado una cuota de visitantes del 13%. Cabe destacar que en el último trimestre del año se ha registrado un notable incremento de los visitantes locales, superando en un 11,4% la cifra del mismo periodo del año anterior y alcanzando, así, el 26,7% del total. Los rectores del Museo Guggenheim achacan este incremento a la repercusión de la exposición de arte holandés y flamenco de la Edad de Oro. Los números cantan y dejan en evidencia la postura del Gobierno López, y en especial de su viceconsejero de Cultura, Antonio Rivera, que ha protagonizado en 2010 una rocambolesca participación en un foro internacional en Brasilia, en la que criticó el modelo Guggenheim, menospreció a su director, Juan Ignacio Vidarte, y proclamó que el museo es para "la ciudadanía que vive con el Guggenheim bilbaino, poco más que un objeto o un dibujo en el cielo del que, eso sí, se sienten muy orgullosos... aunque no lo visiten nunca". Y como no solo del Guggenheim vive el arte, el Museo de Bellas Artes también ha cerrado un buen año, sin récord global de visitantes, pero con marca histórica, como la registrada en junio. La economía necesita también de estos motores. Que nadie intente pararlos.