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El "teléfono rojo" de Zapatero

El presidente del Gobierno español, aislado y casi amortizado, busca ahora desesperadamente el apoyo del PNV pero necesitará una negociación más global y cumplir unos mínimos imprescindibles para conseguir este complicado respaldo

la situación política en la que se encuentra el presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, debido a su actuación -y también a su inacción- ante la grave crisis económica está cercana a la desesperación. En absoluta soledad y con una nave ingobernable en un mar embravecido, Zapatero afronta una tempestad que nada tiene que ver con situaciones conocidas motivadas por coyunturas más o menos difíciles. Estamos, como ya han apuntado fuentes del PNV, ante la situación más grave desde la restauración de la democracia, sólo comparable al 23-F por los efectos perversos que pueden derivarse de las medidas a adoptar o por las consecuencias de no tomar las decisiones acertadas. Y, en cualquiera de los casos, con efectos directos sobre la ciudadanía. Presionado por la UE, por EE.UU., por los organismos financieros internacionales, Zapatero ha cogido (tarde y mal) el toro de la reforma laboral, pero en vez de hacerlo por los cuernos lo ha hecho por el rabo y después de salvar in extremis sus medidas de recorte. Es en este contexto en el que deben interpretarse las desesperadas llamadas de Zapatero a Sabin Etxea para buscar apoyo. Incapaz de lograr un acuerdo en ninguno de los casos, el presidente español ha visto el panorama y ha vuelto a coger el teléfono rojo para pedir el auxilio del PNV con el objetivo de garantizarse su apoyo a una reforma laboral para la que ya existe una fuerte contestación social, materializada en la convocatoria de huelga general en Euskadi por parte de la mayoría sindical vasca (ELA, LAB, ESK, STEE, Hiru y Ehne), y que probablemente se realizará también en el resto del Estado, en la misma jornada (29 de junio) o en otra. No deja de ser significativo que Zapatero vuelva la mirada y acuda siempre en demanda de una tabla de salvación hacia quienes su partido ha desalojado del Gobierno vasco pese a lograr una holgada mayoría, merced a un pacto con su acérrimo adversario, un PP encelado y en actitud irresponsable que no le da un respiro. En cualquier caso, la reforma laboral no es una cuestión aislada en la actual coyuntura socio-económica, hay otros factores que sin duda entrarían en una negociación global en caso de que el Gobierno español quisiera el apoyo nacionalista en Madrid. El PNV ya ha advertido de que no tiene vocación de tabla de salvación de nadie, y menos en las actuales circunstancias y para poner parches en una situación que precisa de reflexiones serias, medidas y documentadas y de actuaciones de calado. Los jeltzales, conscientes de que lo que está en juego no es la cabeza de un presidente amortizado en la práctica sino el bienestar general de la ciudadanía, ya ha colocado un listón mínimo para respaldar a Zapatero: el autogobierno pleno a través del cumplimiento íntegro del Estatuto, la presencia de Euskadi en Europa y el respeto a la mayoría social más votada. Es a partir de ahí cuando Zapatero debe demostrar su talla de estadista.