BRAMOS paso a la historia, porque el episodio que hoy cabalga ante nosotros es un purasangre que merece la pena contemplar en libertad. Dejémonos de poesía entonces y vayamos cortito y al pie. Corría el año 1926 y mientras que en el resto de Europa la libertad de la mujer avanza, en el Estado son pocos y aislados los intentos por caminar hacia dicha liberación. No obstante, y a pesar de la resistencia del patriarcado ante la entrada de la mujer en la esfera pública, en 1926, como les dije, se creó en Madrid el Lyceum Club. Un centro donde las mujeres podían hacer amistades personales y profesionales además de cuestionar, por primera vez en la historia, la condición social y jurídica de su género.

Hoy vengo a hablarles de la obra que recrea esta fabulosa aventura que acabó partida en dos. La pieza teatral es el homenaje a esas mujeres que sentaron, a base de mucho valor y cultura, las bases del feminismo en el Estado, y que emprendieron el camino de la lucha por la defensa de los intereses de la mujer, promoviendo su desarrollo educativo, cultural y social. Esta creación recibió, en la edición de 2019, dos nominaciones de los premios Max de las Artes escénicas, concretamente, a Mejor Espectáculo Revelación y a Mejor Autoría Revelación (María Goiricelaya).

La Sociedad Filarmónica que hoy reluce con la brillantez de antaño acogió una producción propia de la Fundación Bilbao 700 y que forma parte de las actividades y eventos culturales de la iniciativa #BilbaoUdazkena2020; una representación que narra la historia de Pilar de Zubiaurre, intelectual, escritora, pianista y marchante de arte que vivió durante más de treinta años exiliada en México; Carmen Baroja, escritora, etnóloga y hermana de los también escritores Pío y Ricardo Baroja; Zenobia Camprubí, escritora y lingüista involucrada en distintos proyectos culturales y preocupada por la protección del menor que trabajó como voluntaria en cárceles de mujeres, y María de Maeztu, pionera de la pedagogía moderna y de la liberación de la mujer española, dirigió e impulsó la Residencia de Señoritas y presidió el Lyceum Club Femenino de Madrid. Cuatro mujeres fundadoras de Lyceum Club en 1926 que coinciden antes de ser obligadas a huir al exilio y verse separadas de sus seres queridos y alejadas de su tierra. Cuatro valientes pioneras que salen a escena desde el ayer.

La obra, como les dije, está dirigida por María Goiricelaya y cuenta, en su cuerpo de reparto, con la presencia de Ane Pikaza, Nagore González, Olatz Ganboa, Getari Etxegarai y Adrián García de los Ojos. El trabajo de todas ellas es mayúsculo. Dará fe de lo que les digo quienes ayer lo vieron. Entre ellos se encontraban Josune Aristondo, Jesús Errazti, Deña Aristondo; la concejala de Cultura, Nekane Alonso, Iria Fernandes, Itxaso Segura, Sorkunde Agirre, Andrea Uriarte, Izaskun Bengoa, Nekane Garai, Alazne Bikandi, Aitor Urrutia, Goizalde Martín, Koska Hermosilla, Critina Mendezona, Ana Larrea, Jon Ugarte, Leire Collazos, Daniel Cobo, Agurtzane Alonso, Ander Urrutia, Idoia Martín, Ainhoa Capetillo, Nagore Ayestaran, Ane Agirre, Leire de la Fuente, Elixabete Ortuzar, Miren Azpitarte, Idoia Muñoz, Elena Salazar, Ane Iturriaga, Nekane Uria, Miren Hernández, Ainhoa García, Josune Bordas y así toda una cascada de nombres propios, en su mayoría femeninos, que se emocionaron con una historia que toca el hondón del alma.

Encima del escenario sobrevolaba una bandada de papeles y sonaba un piano, Las cuatro mujeres se escriben desde el exilio. Echan de menos su tierra y recuerdan, junto a sus compañeras, cómo crearon juntas el Lyceum Club. Itxaso Mendizabal, vieja amiga, me llamó a la salida. "Oye, Jon", me dijo. "Escribe bien alto y claro que hay historias que se han callado durante mucho, demasiado, tiempo. Y di bien alto que he llorado. No me avergüenzo".