Para definir el concepto espectáculo basta con contemplar las últimas cuatro vueltas del Gran Premio de Aragón. Tras un arduo marcaje de Marc Márquez sobre Pecco Bagnaia durante toda la carrera, corriendo mano a mano, con evidente superioridad de ambos sobre el resto, el catalán lanzó hasta siete ofensivas en el tramo final. Siete adelantamientos que podrían haber agotado las aspiraciones de cualquiera.

Sin embargo, el sólido y decidido Bagnaia reaccionó instantáneo a cada una de las acometidas para recuperar el peso del liderato que asumió hasta que Márquez se decidió a maniobrar. Un toma y daca. Márquez penetraba sin piedad por la zona interior de las curvas y, en pleno ángulo, ambos tumbados con sus motos, Bagnaia abría gas más deprisa para salir airoso. La Ducati, que no ganaba en Motorland desde 2010, con Casey Stoner, cobraba ventaja en las rectas y sufría en las zonas reviradas, donde la Honda recuperaba terreno con las frenadas de Marc. Un duelo a cuchillo.

El corazón del piloto de Torino latía a 175 pulsaciones por minuto. Quería salir del pecho, que era un tambor. Pero Bagnaia contaba con la virtud de la serenidad. Porque a sus 24 años, aún tierno en MotoGP, puso firme a todo un Márquez. Porque Márquez fue ese que nunca se ha ido. “Había alguno que decía que el antiguo Márquez no estaba ahí”, se defendió a la postre el catalán, que rodó como en su época dorada.

También hay que decir que su retorno a la pugna por la victoria sucedió en Motorland, circuito que se corre en sentido contrario a las agujas del reloj. Es decir, de izquierdas, al igual que Sachsenring, donde ha sumado su única conquista del año. Escenarios en los que Márquez computa más de un 70% de triunfos respecto a sus participaciones.

En cualquier caso, Márquez lo dio absolutamente todo. “Iba al límite”, confesó. No fue suficiente para batir a un Bagnaia excelente por su ritmo, y más aún por la capacidad para gestionar la presión a la que fue sometido por el ilerdense. Las últimas cuatro vueltas de la carrera en la que estrenó su casillero de victorias en MotoGP jamás las olvidará. Fue épico. Un doctorado. En Motorland creció como piloto.

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Gran Premio de Aragón de MotoGP

Márquez claudicó tras pasarse de frenada en la última vuelta, a dos curvas del final. Con el segundo puesto pisó por segunda vez este año el podio. El tercer piloto que subió al cajón fue Joan Mir, alejado del debate por el triunfo, pero asemejado al papel que el curso pasado le dio el título.

El líder Fabio Quartararo fue la decepción. El francés tuvo una mala salida y se desangró aún más cediendo plazas hasta acabar octavo. Si bien, su colchón es importante. Su inmediato perseguidor en la clasificación es ahora Bagnaia, distanciado a 53 puntos con cinco carreras por celebrarse. “No sé qué ha pasado pero desde mi primera vuelta parecía como si mi neumático trasero estuviese acabado”, expresó El Diablo. Otros que llamaron la atención por estar tan retrasados fueron Johann Zarco (17º), Maverick Viñales (18º) y Valentino Rossi (19º). El segundo tiene la excusa de que asistía a su debut con la Aprilia, la misma máquina que Aleix Espargaró condujo hasta la cuarta posición.