"Un guiño del Cielo", así, con mayúscula inicial, se titula la pieza que firma hoy Salvador Sostres en ABC. Picado por la curiosidad, he corrido a comprobar a qué leñe se refería el columnero y me he encontrado con que venía a pedir que se muera el papa Francisco antes que Benedicto XVI. Tal cual les copio y pego: "Lo único emocionante que a la derecha le queda, y a la vida entendida como el deber en la esperanza, es que Benedicto XVI sobreviva al Papa Francisco. Que Ratzinger sobreviviera a Bergoglio sería todo lo que necesita un padre para poderle explicar a su hijo que al final siempre ganan el bien, la belleza y tu deber entendido como el compendio de todos los derechos; y que la lucha diaria continúa mereciendo la pena. Sería sólo un símbolo, sí, pero lo que sin él hemos sufrido han sido lanzas atravesándonos la carne".

Seguimos en el vetusto diario, donde Alberto García Reyes se pone lírico para contarnos la verdad de la buena de lo que es Andalucía: "Para los que no lo saben: hay aún pueblos andaluces en los que el PP ni se presenta porque ahí la derecha es el PSOE. El PP es urbano, pero la Andalucía rural, la que mandaba nucas al País Vasco, es roja. Y no va a votar a Espadas porque no quiere amos ni traidores. Quiere cantarle a Sánchez su seguiriya: «Qué dolor de pueblo, / lo que ha soportao: / golpes y golpes y más golpecitos / en el mismo lao»".

En El Debate, es el subdirector, Luis Ventoso, el que se pone creativo y nos larga un diálogo imaginario entre Pedro Sánchez y su esposa. El gran chiste reside es que hablan de poner a la venta en Wallapop el colchón que compraron cuando llegaron a La Moncloa. Ja, ja, requetejá. Y como guinda, esta postdata: "No queremos ser gafes por mentar la ilusión de muchos, pero se van acumulando indicios de que el matrimonio Sánchez-Gómez debería ir pensando en preparar una mudanza".

A unos centímetros de su superior jerárquico, Antonio R. Naranjo la coge llorona y anuncia el apocalipsis: "En cuanto a Sánchez se le agote el doping económico de la inflación y de los Fondos Europeos, España irá a la quiebra y la calle estallará con la ira acumulada durante dos años infernales. No es un pronóstico, es una certeza: nadie aguantará eternamente este paisaje desolado de pobreza sin sacar a paseo su indignación".

Les finiquito la raquítica cosecha (yo creo que es culpa de la calorina) con la irritación del requetemonárquico Eduardo Álvarez (El Mundo) porque se haya vuelto a plantear reducir la impunidad del rey: "Toca la matraca de la inviolabilidad. Otra vez. En esta ocasión agitan el espantajo los ladinos diputados del PNV. Tan empeñados están algunos en que el Monarca pueda ser juzgado por lo que sea como un ciudadano cualquiera que habría que regular este tipo de supuestos excéntricos. Ni el Rey es un funcionario ni es un español cualquiera. No merecería entonces la pena mantener la Corona". Ni se da cuenta el amanuense de que ahí le ha dado. Es que lo que no cabe es mantener la corona.