Es el territorio de las majestuosas montañas que se elevan sobre profundos fiordos costeros. El norte está poblado de glaciares, algunos de ellos con miles de años de antigüedad, vestigios del pasado amenazados en el siglo XXI por el cambio climático. Una perla natural que cuenta con una moderna capital de tamaño mediano (Oslo, 600.000 habitantes), donde destacan sus museos y zonas verdes y las clásicas estampas urbanas de la Europa avanzada y sostenible. 

Otoño sigue siendo una época del año apta para el visitante extranjero. En octubre y noviembre las temperaturas aún no se han desplomado y el paisaje noruego se tiñe de preciosos tonos rojizos y amarillentos. Es una época de regresos, de vuelta a la normalidad. En los meses otoñales vuelven las auroras boreales. Noruega renace. La patria del pintor Edvard Munch, el autor del angustioso cuadro 'El Grito', es perfecta para descubrir un amplio catálogo natural, muchos de ellos acuáticos. Innovation Norway, la guía oficial de turismo sostenible del Ministerio de Comercio, Industria y Pesca, nos sirve de inspiración para esta excursión en la que terminaremos literalmente con el agua hasta las rodillas.   

Glaciares: visita a los gigantes de hielo

En el país de los fiordos, los glaciares son maravillas de la naturaleza en estado puro. Cuentan que en estas enormes masas heladas se almacenan las huellas de la tierra. Se organizan excursiones guiadas a las islas Svalbard, en pleno ártico. En Noruega se contabilizan nada más y nada menos que 2.534 glaciares. Nuestros pasos se dirigen al Parque Nacional de Jostedalsbreen, el glaciar más grande en la Europa continental. Además, en esta zona se puede hacer senderismo, caminar sobre raquetas de nieve, escalada sobre hielo o esquí de verano.

Sin salirnos del parque, el glaciar de Nigardsbreen está considerado como el más accesible y sencillo de todos ellos. Para una travesía completa e inolvidable, se recomienda atravesar en kayak un paisaje entre cascadas, bosques y altas paredes moldeadas por la fuerza de la naturaleza con el paso de los años. La lengua del glaciar es de 6 kilómetros y su hermoso color azulado brilla a su alrededor. Caminar por un glaciar no está hecho para todos los viajeros: la experiencia puede ser desasosegante por el movimiento continuo de las placas de hielo. Estos paisajes desaparecerán pasado un tiempo. 

Así que, si se prefiere, uno puede recrearse con las majestuosas paredes de hielo desde la distancia. En Svartisen, al norte de Noruega, se puede gozar del espectáculo invernal desde la comodidad de una hamaca a una distancia prudencial y con un idílico lago a escasos metros. En verano debe ser un puntazo esquiar sobre glaciares. La estación de esquí del glaciar Fonna, en Hardanger, brinda la opción de realizar este deporte de invierno en pleno mes de julio o agosto. Los precios, como habitualmente sucede en Noruega, no son para nada asequibles. El forfait de un día cuesta 1.390 coronas, es decir, unos 132 euros.  

Sauna y chapuzón: la combinación de moda

En los últimos años ha ido cobrando fuerza la corriente conocida como crioterapia y que promulga los beneficios para la salud del agua fría. En Noruega cada vez son más frecuentes los chapuzones al aire libre gracias a las saunas flotantes, ubicadas cerca de las famosas formaciones rocosas de Preikestolen. Pasar del sofocante calor de una sauna a una rápida inmersión acuática está en auge. Para ello, no es necesario tener sangre vikinga. Estas instalaciones se encuentran muy cerca de las coloridas calles de arte urbano de la ciudad portuaria de Stavanger, en el soudoeste noruego. 

Asimismo, existen saunas tradicionales junto a los fiordos, como la de Heit Sørfjorden, en el área de Hardanger. La sauna de Soria Moria, en Telemark, es el ejemplo definitivo de un acabado fino y perfectamente integrado en una localización de ensueño. La arquitectura noruega no es una excepción en Escandinavia y el gusto por el diseño alcanza a muchas saunas, impecables desde el punto de vista estético.  

Los precios no son económicos. Dos horas en una de estas saunas cuesta a partir de 300 coronas noruegas, alrededor de 28 euros. Normalmente, las vistas desde el interior de las instalaciones enamoran y el flechazo es inmediato. La mayoría tienen una foto tan bonita que cuesta no compartir el momento en las redes sociales. La sauna de Gausta, en Rjukan, es una formidable alternativa en un entorno solitario y mágico. La imagen es de postal nórdica.

Los paisajes son increíblemente espectaculares. Pexels

Supercascadas

Lo dice la base de datos World Waterfall Database: diez de las treinta cascadas más altas del mundo se encuentran en Noruega. Una de cada tres. Los saltos de agua alcanzan su máximo esplendor tras el deshielo primaveral, pero en cualquier época del año la visión es refrescante. Desde Innovation Norway aseguran que la cascada más impresionante y famosa del país se halla en Vøringsfossen, en la región de Hardangerfjord. El escenario que se abre es grandioso, de película. En cambio, la más alta es la de Vetissfossen. El agua cae de una zona rocosa a 275 metros de altura

La cascada de las Siete Hermanas es la favorita de los turistas. Desemboca sobre el fiordo de Geiranger, Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. El ferry turístico se posa sobre los pies de la cascada, que brota tumultuosa por una pared vertical y verdosa. Las cámaras se preparan para inmortalizar el momento, dando pie a una de las fotografías más características Noruega. Para disfrutar de estos majestuosos chorros como es debido, también puede realizarse una larga caminata hasta subir a la cima para divisar una mejor perspectiva. En la cascada de Langfoss tiene lugar otro imbatible espectáculo. Sus aguas bajan nerviosas y descienden desde la montaña a 600 metros de altitud hasta fundirse en el lecho del fiordo de Åkrafjord.  

Playa salvaje (y un chiringuito)

El clima noruego no es precisamente el de Las Canarias o la de la mediterránea isla de Mykonos. Los requisitos para un día de sol y playa no siempre se cumplen en la parte más alta y noble de Europa. Pero el mundo, de norte a sur, está lleno de acantilados y de arenales inolvidables por los que merece la pena pasear en silencio para aparcar el mundanal ruido de las ciudades. La playa de Jæren, en la zona de Stavanger, sorprende por su finísima arena que se desenrosca como una alfombra infinita por la costa. Aquí puedes caminar durante horas y horas sin que nadie te moleste. En Trøndelag no se debe dudar ni un momento: el chiringuito de Stokkøya está considerado como uno de los mejores del mundo y la zona está indicada para la práctica del windsurf y kayak. 

Auroras boreales: las coloridas luces del norte

Noruega es uno de los pocos lugares en el mundo donde se pueden admirar estos bailes de colores sobre un cielo estrellado e inabarcable. Entre finales de septiembre y marzo, aprovechando que las horas de luz se acortan dramáticamente, las auroras boreales cruzan el cielo ártico. La región del norte de Noruega es la más indicada para cazar auroras. Los destellos de luces de colores se producen, según Innovation Norway, "cuando las partículas procedentes de explosiones y llamaradas solares son arrastradas a la atmósfera por el campo magnético de la Tierra y chocan con los átomos de nitrógeno y oxígeno". ¿De qué dependerá el color que se dibuja en el cielo y que recuerda a un ballet cromático? La agencia noruega afirma que la tonalidad se debe “al tipo de átomos implicados en la colisión”.

Disfrutar de las auroras boreales es un espectáculo de la naturaleza. Pixabay

Un paisaje con altura

Para el diario británico The Guardian, la ruta del Atlántico, en el noroeste de Noruega, es "el mejor viaje por carretera del mundo". Este tramo de curvas y giros imposibles rodeado de una deslumbrante naturaleza es la puerta de entrada a los fiordos más emblemáticos del país. Las montañas y cascadas se funden con el agua color turquesa formando un paisaje tan inverosímil que uno no sabe si está soñando o si está despierto y, en ese caso, resulta realmente complicado distinguir la ficción de la realidad. Los fiordos son la joya de la corona del paisaje escandinavo y sirvieron de inspiración a JRR Tolkien y a la serie de 'Vikingos'.

El tiempo es un concepto relativo y difuso en estos parajes: en uno de los países más ricos del mundo, los fiordos nos conectan con antiguos dioses, los estímulos más profundos de la naturaleza y la memoria atávica de la civilización nórdica. El siglo XXI es un número como otro cualquiera en los fiordos que forman parte de la lista de patrimonio de la humanidad de la Unesco: el fiordo de Geiranger (Geirangerfjord), el de Hardanger (Hardangerfjord), el Nærøyfjord, el Nordfjord y el larguísimo Sognefjord, que alcanza los 205 kilómetros. Hay cientos de ellos, en realidad.

Los fiordos. Pixabay

Desde la oficina turística nos avisan de un detalle importante: la Noruega de los fiordos no son solo preciosas vistas y cascadas. "Encontrarás mucho más. Como, por ejemplo, pequeñas islas solitarias a lo largo de la costa y aldeas de pescadores, además de algunas de las ciudades y pueblos más interesantes" de todo el territorio escandinavo. Entre otros, los destinos que aconsejan encarecidamente son la llanura de Lærdal, dotado de un "excepcional microclima que hacen de este valle una de las principales zonas productoras de frutas, bayas y verduras"; Bergen, la segunda ciudad más grande de Noruega y que se conoce con el cariñoso apelativo de "corazón de los fiordos"; y el teleférico Loen Skylift, que te lleva desde el nivel del mar hasta la cima del monte Hoven "en apenas cinco minutos".