odo comenzó cuando Zuriñe Agirre (1962-2018) tenía 16 años. Esta apasionada del arte y de mente inquieta y creativa empezó a utilizar la arcilla para expresarse. Así empezaron sus primeros pasos en el maravilloso mundo de la cerámica, creando figuras personalizadas, y poco a poco, dada la gran demanda trabajaba bajo pedido, ya que su reconocimiento fue en aumento. Su pequeño taller ubicado en el Casco Viejo de Vitoria le vio crecer y tocar el éxito con sus manos, con las que hacia verdaderas obras de arte. Fue el alma mater de Lur Keramika, que ahora guarda el recuerdo de sus innumerables piezas que aguardan en las estanterías de muchos de sus fieles clientes, quienes confiaban en su trabajo. Un trabajo arduo, pero lleno de detalles, con los que solo Zuriñe lograba distinguirse.

Zuriñe conocía todos los secretos para moldear la arcilla, cocerla y crear piezas únicas. No existen trabajos iguales, aunque la esencia es la misma. Sus creaciones son fáciles de reconocer ya que esta artesana dejó marcado su sello de identidad; ninguna de sus obras tiene ojos, así lo decidió cuando se aventuró en este mundo. Además, sus figuras tienen un nexo en común; los personajes típicos vascos, que incluso han servido de belén navideño, en el que destacaban Olentzero y Mari Domingi.

Esta artesana se marchó en 2018, pero ha dejado muy vivo su recuerdo gracias a su trabajo al cual dedicó su cuerpo y alma. En su taller pasaba las horas, moldeando y horneando para que después, sus creaciones lucieron en las estanterías de cualquier hogar. Ahora le rinden homenaje de esta manera. Su familia, entre ellas, guarda con cariño muchas de sus figuras, que muestran con orgullo. “Era una artista”, le recuerda su cuñada, Palmira, mientras habla con su marido y hermano de Zuriñe. Otras muchas han sido donadas a colegios y centros de mayores, ya que muchas de ellas estaban inacabadas. “Nos parecía importante que los ancianos y los más pequeños pudiesen pintarlas a su gusto”, expone Palmira.

Zuriñe viajó a las ferias de artesanos, donde era muy reconocida. Sus compañeros le rindieron un sentido homenaje en la 23º feria de Euskal Denda celebrada en Durango poco después de su marcha. Allí la recordaron y le tuvieron muy presente, ya que destacaron su labor, impulsando y dando a conocer una profesión que se había ido perdiendo con los años. Hoy en día lo que no se han perdido han sido sus famosas representaciones. En su familia no hay nadie que haya heredado sus dotes artísticas, pero tampoco nadie iba a ocupar su lugar.

Y... armó el belén vasco

Zuriñe Agirre lo hacía todo único. En 2010 creó el primer belén hecho a mano con sus figuras representativas y después se convirtió en una cita anual a la que nunca fallaba. Fue en Villa Suso, que cada año acoge una feria de figuras navideñas artesanales. Ahí, la gran maestra se lució. Moldeó cada figura con mimo hasta dar forma a todos los protagonistas de un belén vasco, con Olentzero y Mari Domingi a la cabeza. Fue todo un éxito y tuvo una gran acogida.