a covid-19 ha precipitado la introducción o inserción de los más pequeños de la casa con las nuevas tecnologías, aunque antes muchos de ellos ya habían empezado a trastear con los aparatos electrónicos como tablets, móviles o incluso con el uso excesivo de la televisión por muy educativa que sea. "Nuestra hija todavía es muy pequeña para andar con videojuegos, tablets, ordenadores y cosas así. Aun así, fijaos que enseguida nos empieza a pedir que le dejemos el móvil. En su caso no lo utiliza para jugar, lo usa para ver fotos que hacemos, pero creemos que con nueve años es todavía pronto para empezar", reconoce Óscar Labat.

El caso de la hija de él y Beatriz Ochotorena, Mikaela, es especial al de otros niños o niñas de su generación. Vivir en el campo y alejada de una ciudad como Pamplona, situado a tan sólo 25 kilómetros, la permite no perder la ilusión y fomentar la imaginación a la hora de jugar con cualquier cosa. Es algo que hoy en día se está perdiendo, debido a las nuevas tecnologías. ¿Dónde queda, por ejemplo, el quedar con los amigos para jugar con una pelota en el parque, sin importar el número de jugadores, con porterías hechas con palos, piedras o sudaderas de algunos jugadores y con la consecuencia de llegar a casa lleno de barro con la posterior bronca de tu ama o aita? ¿Dónde están las llamadas al timbre de un amigo para que bajara a jugar o estar en un banco? ¿Dónde queda el ir a un sitio en concreto sabiendo que estarán tus amigos sin necesidad de haber quedado antes por Whatsapp? O, ¿Dónde queda el inventarte con tus amigos juegos en los que podían participar cientos de niños a la vez? Es una pena pero esto se está perdiendo y sustituyendo a su vez por juegos en los móviles, horas tumbado en el sofá viendo la televisión o la tablet, entre otros aparatos.

"A mi me gusta jugar con mis amigos, estar aquí en la granja y ahora mismo estaba jugando a caballitos", confiesa la joven navarra. Como vemos es una niña que está creciendo en la naturaleza, entre animales y esto genera envidia a sus progenitores. "Esta creciendo libre y está aprendiendo mucho, pero no queremos decir que esto sea mejor que lo que pueden hacer otros, pero a mí personalmente me da envidia, y eso que yo crecí en un entorno similar pero diferente", confiesa su ama.

Volviendo a la fantasía, la imaginación o los juegos inventados a los que todos los lectores hemos jugado de pequeños, y hasta no hace mucho, habría que añadirle la libertad junto al aprendizaje que está aprendiendo desde muy pequeña Mikaela. Estar en la calle y no encerrada en casa detrás de una pantalla es algo que le vendrá bien para el futuro.

Últimamente, tal y como reconoce la propia Mikaela y corroboran sus padres está jugando con los amigos a que uno es un perro, otro es una oveja y otro un pastor, sin duda juegos inventados donde la imaginación coge un protagonismo brutal.

una anécdota divertida

Como cabría de esperar, el estilo de vida de Mikaela tan alejado del conocido como normal de cualquier ciudad ha generado alguna que otra anécdota curiosa con los visitantes a la Granja Escuela de Ultzama, tal y como reconoce su madre, Beatriz Ochotorena.

"Recuerdo una vez que una señora que vino a ver la granja, de visita, empezó a chillar muchísimo cuando vio a Mikaela al lado de la yegua. Algo que para la niña es lo más normal del mundo y que hace muy a menudo, por no decir siempre. En ese momento, Mikaela se asustó, no por la yegua si no por la reacción que tuvo la señora", relata. En definitiva, Mikaela es una niña que ha crecido en la granja, mantiene la fantasía en todo lo que hace, acorde a lo propio de su edad, y "es partícipe de todo lo que se hace" en la Granja Escuela de Ultzama. Disfruta del día a día como cualquier niña de su edad.