mediados de enero, Alemania pasaba por uno de los momentos más duros en su lucha contra la pandemia del covid-19, con más de mil muertos diarios y la curva de contagios descontrolada. En ese contexto, en la mañana del 17 de ese mes saltó la noticia de que la noche anterior había sido desalojada una fiesta ilegal en un restaurante de Essen en la que tomaban parte 23 personas sin mascarillas ni ningún tipo de distancia social. Por esa misma época, el Borussia Mönchengladbach trataba de recuperar la normalidad y centrarse en lo deportivo tras varias semanas en el ojo del huracán mediático por un episodio lamentable ocurrido en diciembre: el escupitajo de uno de sus delanteros, Marcus Thuram, a Stefan Posch, jugador del Hoffenheim, por el que el francés había recibido una sanción de cinco encuentros de la Federación Alemana de Fútbol y una multa de 150.000 euros del propio club. Pues esa multa se iba a quedar corta en cuestión de días. Horas después de conocerse la redada policial en la fiesta ilegal de Essen, salió a la luz que uno de los participantes en ella había sido Breel Embolo, delantero suizo de 24 años del conjunto alemán, quién, sin embargo, negó la mayor dando comienzo a una historia rocambolesca de la que finalmente no salió bien parado.

Los hechos acontecieron horas después de que el Borussia Mönchengladbach jugara un encuentro de la Bundesliga en Stuttgart (2-2), a cuatro horas en coche de Essen. A altas horas de la madrugada, los vecinos llamaron a la Policía para denunciar los ruidos que llegaban desde un restaurante que supuestamente debía estar cerrado y al llegar los agentes se encontraron con una fiesta ilegal. Acordonaron la zona para evitar que alguien escapara, procedieron a la identificación de los presentes y en pleno operativo detectaron que una persona salía por una ventana, escalaba hacia el tejado y se colaba en un piso. Los agentes siguieron el rastro, accedieron al apartamento... y encontraron allí a Embolo. Solo. El jugador negó haber participado en ninguna fiesta y aseguró que estaba allí porque había quedado con un amigo para ver por televisión un partido de la NBA. "Fue una estupidez por mi parte, pero no estuve en ninguna fiesta", aseguró en su cuenta de Instagram.

En primera instancia, el club se puso del lado del jugador -"hasta que sepamos los resultados de la investigación policial confiamos en él"-, pero cuando el Bild y el Frankfurter Allgemeine Zeitung comenzaron a publicar los detalles anteriormente relatados, citando fuentes policiales, el panorama cambió. Además, trascendió que desde el círculo cercano de Embolo se intentó acordar una reunión con el alcalde de Essen para silenciar el escándalo a cambio de donar dinero para alguna causa benéfica. Finalmente, una semana después de los hechos el Borussia impuso al delantero una "fuerte multa" que diversos medios de comunicación cifraron en 200.000 euros por "comportamiento negligente e indebido".

La carrera de Embolo (14-II-1997, Yaounde), que marcó en el empate a un gol de la primera jornada ante Gales y hoy ante Turquía volverá a ser una de las grandes esperanzas de su selección para tratar de alcanzar los octavos de final, no acaba de despuntar a pesar que su nombre irrumpiera con mucha fuerza cuando era un adolescente que brillaba en el Basilea. El Schalke pagó 20 millones de euros por sus servicios cuando solo tenía 18 años, pero una gravísima lesión de tobillo le tuvo casi dos años sin jugar. No se consolidó y en 2019 recaló en el Borussia Mönchengladbach, donde su rendimiento ha sido irregular.

A nivel de selección, es desde 2014, año en el que obtuvo la nacionalidad tras llegar al país a los seis años procedente de Camerún, una de las grandes esperanzas de Suiza, con la que disputó la Eurocopa de 2016 y el Mundial de 2018 pero sin acabar de confirmar todo lo que prometía. Sus polémicas y fuerte carácter no le han ayudado. En su formación como juvenil en el Nordstern estuvo cerca de ser expulsado por bajarse los pantalones y enseñar el trasero a su técnico en un entrenamiento y en 2019 reconoció que le habían retirado el carnet de conducir por acumulación de infracciones. En el otro lado de la balanza, desde los 18 años dirige su propia fundación de ayuda a niños desfavorecidos. Tomo la decisión cuando regresó por primera vez a Camerún con 14 años y quedó "conmocionado" por la pobreza. "Mi abuelo es mi referente. Es pescador y cada vez que tiene algo lo comparte con todo el vecindario. Yo también quiero ayudar", dijo en la web de la Bundesliga.