Hasta la fecha, se han designado siete lehendakaris, todos ellos hombres: José Antonio Aguirre, Jesús María Leizaola, Carlos Garaikoetxea, José Antonio Ardanza, Juan José Ibarretxe, Patxi López e Iñigo Urkullu. En el caso de Ramón Rubial, aunque algunas fuentes le califican de presidente, cabe diferenciar que este socialista estuvo al frente del Consejo General Vasco entre 1978 y 1980, cargo que también ocuparía Garaikoetxea antes de, en su caso, sí ser lehendakari.

Esta semana, de forma más concreta, el pasado miércoles 8 de julio se cumplieron 87 años del enlace nupcial de quien a la postre fue el primer lehendakari vasco, José Antonio Aguirre y Lekube, nacido el 6 de marzo de 1904 en Bilbao y fallecido el 22 de marzo de 1960 en el exilio parisino debido a un ataque cardiaco.

El exjugador del Athletic y entonces alcalde de Getxo y diputado en las Cortes contrajo matrimonio con una aún a día de hoy poco conocida o estudiada María Zabala Aketxe, a pesar de cumplir la figura de primera dama en tiempos de guerra.

La boda se ofició en días de Segunda República, régimen democrático que existió entre el 14 de abril de 1931, fecha de su proclamación, en sustitución de la monarquía de Alfonso XIII, y el 1 de abril de 1939, momento del final de la Guerra Civil con victoria del bando golpista, gobierno totalitarista del dictador español Francisco Franco.

"La ceremonia tuvo lugar en la basílica de Begoña donde poco más de tres años después juraría fidelidad a las autoridades del PNV previamente a su juramento como lehendakari en Gernika", apunta Aitor Bikandi, periodista de Sabino Arana Fundazioa.

El diario nacionalista Euzkadi llevó a portada este desposorio en formato de fotonoticia y con un curioso titular: Nuevo hogar vasco. Según recopila Bikandi, pese a que no se había comunicado a la prensa el día, lugar y la hora del enlace matrimonial, "numerosos abertzales se acercaron hasta la plaza de la basílica de Begoña para acompañar a los novios quienes entraron al templo a los sones del Agur Jaunak, interpretado por el compositor y músico guipuzcoano Eduardo de Gorosarri".

Actuó de padrino Constantino de Zabala, padre de la novia y quien como Aguirre también fue alcalde de Getxo, y de madrina Bernardina de Lekube (viuda de Aguirre), madre del novio. El presbítero Antonio de Lekube bendijo la unión católica. El religioso era capellán de la Santa Casa de Misericordia y tío carnal del contrayente. Según informaba Euzkadi, durante la ceremonia el cantante Felipe de Arando y el tenor Gorosarri interpretaron un Ave María y el acto finalizó con el Euzko Abendaren Ereserkia, himno oficial vasco.

"Desde la misma basílica en la que tres años más tarde José Antonio Aguirre juraría fidelidad al PNV antes de jurar como lehendakari bajo el Árbol de Gernika, los recién casados partieron al hotel Torrontegi, donde se sirvió el almuerzo, al que acudieron 60 comensales entre familiares y amigos", aporta Bikandi.

Los desposados eligieron como destino para su viaje nupcial los países nórdicos. "Algunas de aquellas ciudades volverían a visitarlas en 1941 pero en circunstancias más trágicas, como una familia más entre el inmenso número de refugiados que huían de la persecución nazi", enfatizan desde Sabino Arana Fundazioa.

El matrimonio tuvo tres hijos: Ain-tzane, nacida en Getxo, y Joseba e Iñaki llegados al mundo en París y Nueva York, respectivamente, en el exilio causado por la Guerra Civil. La madre, Mari Zabala era natural de Portugalete, y siempre estuvo en un último plano. Ella misma prefería, como declaró en una entrevista concedida a DEIA, que le llamaran "la viuda de José Antonio" al suyo de pila.

De hecho, no participaba en compromisos políticos del lehendakari. "No. Nunca he sido afiliada al partido. Me sentía muy vasca y muy patriota. Pero nunca me afilié, ni siquiera como emakume". Y lo detallaba aún más: "Siempre permanecí en un segundo plano, y creo que así estaba bien. José Antonio tenía mucha personalidad y yo también. Yo mandaba en casa, pero no fuera. Cada uno a lo suyo".

Zabala hacía hincapié en que en el hogar no se hablaba de política. "Le gustaba mucho escribir y leer. Libros, libros y más libros. A su regreso pensaba entregar el poder y dedicarse a escribir", sueño que no llegó a realizarse por la muerte del líder jeltzale. Antes de ello, "hubo momentos de miedo. Los que más recuerdo son los de la guerra: aquella inquietud de que se acercaban por momentos. Aquel barco que nos sacó de Estocolmo. Todavía puedo ver cómo atravesamos aquel campo minado. O los momentos en que estuvimos separados, él en Berlín y nosotros en Bélgica".

Aguirre y Zabala compartían un lema vital: "Para adelante, siempre hay que seguir adelante", le transmitió a la periodista María Luisa Idoate durante la entrevista. A día de hoy, llama la atención que sopesaba la posibilidad de que hubiera otro golpe de Estado, a lo único decía temer quien estimaba que intentó influir en un aspecto de su marido. "Yo -única vez que ella es sujeto de sus frases- en lo que más le pude ayudar fue en distraerle de alguna preocupación".

La entrevista, incluido el original escrito a máquina y con tachones a bolígrafo, se conserva en Sabino Arana Fundazioa con sede en Bilbao. A pesar de perder a su marido en el exilio por un infarto y otros pesares, Mari hacía balance positivo de su paso por la vida. "Hemos sido unos privilegiados. Dicen: ¡Lo que pasasteis, lo que sufristeis! Y qué, ¿qué pasamos? Sustos, solo sustos. Se puede decir que fueron sustos. Y eso que no soy optimista. Reconozco que he tenido una vida interesante, como pocos, y en los recuerdos guardo lo mejor".