Muy atomizada hace una semana, la pugna demócrata es hoy un duelo de dos. En concreto, de dos perros viejos de la política que llevan años pensando en un momento como este. Para Biden, es la tercera intentona por la presidencia (se postuló en 2008 y en 1988). Para Sanders, la segunda (perdió las primarias contra Hillary Clinton en 2016). Para el partido, una duda hamletiana y otra estratégica: si este es el tiempo de un profundo giro a la izquierda en el partido, un ser o no ser; y si esa es la manera de recuperar el voto en territorios bisagra donde hace cuatro años se perdieron las elecciones.

La noche no sirvió para responder a ninguna de ellas, pero sí para reivindicar las posibilidades de Joe Biden (Scranton, Pensilvania, 77 años), que se lanzó a la campaña como una suerte de antihéroe: un varón, blanco y católico en la era de mayor diversidad de la política estadounidense; un miembro selecto del establishment frente a la ola antiestablishment, un político sin golpes de efecto en el imperio de las redes sociales.

Este martes ganó en nueve de los 14 Estados en juego —Texas, Virginia, Carolina del Norte, Massachusetts, Oklahoma, Tennessee, Arkansas, Minnesota y Alabama—, algunos de especial calado. La mayor parte de victorias en el sur se daba por descontadas, aupado en buena medida por el voto afroamericano, pero las de Texas, Virginia, Massachusetts y Minnesota sucedieron en contra de lo que las encuestas pronosticaban hace -literalmente- cuatro días. En Texas, el segundo Estado más importante (repartía 228 de los 1.357 compromisarios en juego de la noche), venció por cuatro puntos porcentuales frente a Sanders (33% a 29%), cuando los sondeos de las últimas semanas señalaban al senador de Vermont como vencedor. Sanders (Nueva York, 78 años), se ha hecho con Vermont, Colorado, Utah y, según las proyecciones, la joya de la corona, California, el territorio más poblado, con 415 delegados en juego (hacen falta 1.991 para asegurarse la nominación). Los resultados definitivos de este territorio tardarán en conocerse. Con el 38% de recuento, se perfilaba ganador, pero sabía a derrota. Maine aún estaba por decidirse ya muy entrada la madrugada, pero el balance era claro.