Vuelve el Athletic al ámbito competitivo que mayores sustos y satisfacciones le ha brindado en lo que llevamos de temporada. La Copa, el torneo del sí o el no, sin cabida para las medias tintas, una fórmula a la que ha sabido adaptarse mejor que los candidatos oficiales al título, lo que le ha situado a las puertas de la final frente a un Granada al que nadie esperaba porque, pese al novedoso sistema introducido en la vigente edición, es inusual que un conjunto que acaba de subir a Primera División se cuele en el cuadro de honor. Si a la presencia en semifinales del club nazarí se suma la aún más increíble aventura protagonizada por el Mirandés, habría que hablar de una Copa a contracorriente, más abierta y, sobre el papel, propicia para un clásico como es el Athletic, segundo en el ránking histórico de la competición pese a una sequía de trofeos que abarca casi cuatro décadas.

Esta noche en Los Cármenes, que se ha acondicionado para establecer su récord de asistencia y reventar el termómetro de las pasiones, la fama de equipo copero que precede al Athletic tendrá el exiguo valor de la anécdota a la que recurren medios de comunicación y seguidores de edad avanzada para matar los instantes previos a que el árbitro ordene el comienzo del juego. La gloria labrada desde los albores del siglo pasado se ve relegada por la desbordante pujanza del presente, de lo actual y especialmente lo más reciente, que no es sino el partido que se celebra a modo de segundo asalto y viene mediatizado por lo sucedido tres semanas atrás en San Mamés.

Granada y Athletic saltarán al césped con el objetivo de gestionar a su conveniencia el solitario gol que se registró en la ida, obra de Muniain. Es el factor que sobrevolará el desarrollo del juego y el interés estriba en comprobar hasta qué punto afecta a los futbolistas de uno y otro bando. Desde el Athletic insisten en que su planteamiento no contempla la sustanciosa ventaja. Así lo aseguró ayer Gaizka Garitano y en días anteriores varios de sus hombres. Especular con la renta adquirida se entiende como un riesgo que no merece la pena asumir; dicen que lo ideal es ir con decisión a la búsqueda de un segundo tanto que sí sería definitivo o casi.