Quiero ser peluquera. Esta es la confesión que Elsa Gómez les hizo a sus padres hace ya años cuando era joven. Eso de cortar el pelo y peinar a las amigas de su madre no era solo un hobby o un inocente juego; era una pasión que iba despertando en nuestra protagonista y que fue lo que hizo que cuando tuvo la oportunidad se apuntara a una academia de peluquería.
Como ella misma nos confiesa, por aquel entonces su sueño no era del todo compartido por sus progenitores que preferían que (ya que era buena estudiante) eligiera una carrera en la universidad. Pero también querían que Elsa fuera feliz con lo que hiciese. El empeño, las ganas de formarse, el ser la mejor en lo suyo y la ilusión que tenía y tiene Elsa es lo que hoy le ha llevado a ser la dueña de su propio espacio de belleza y peluquería. No estaba equivocada cuando les dijo a sus padres que quería ser peluquera y ahora su familia ve con orgullo todo lo que ha conseguido a base de mucho esfuerzo, trabajo y sobre todo pasión por lo que hace.
Y es que cuando una persona ama a lo que se dedica se nota en cada palabra y en cada gesto que acompaña al discurso de cómo empezó su vida profesional y en qué momento se armó de valor para poner en marcha su propio negocio.
Nadie le ha regalado nada
Tras su paso por esta escuela de formación donde aprendió desde cero el oficio, Elsa empezó a trabajar en una peluquería puntera de Bilbao. “En esa época era una peluquería muy vanguardista y se diferenciaba de la peluquería mas clásica y tradicional” recuerda Elsa, que nos confiesa que ese primer contacto laboral fue más que eso, fue una verdadera escuela de realidad donde aprendió todos los secretos del mundo de la belleza y la estética capilar.
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Como si de un máster se tratara y del que guarda los mejores recuerdos. Unos secretos que, a día de hoy, y ya en su propio espacio que ha cumplido una década de andadura, todavía no se han desvelado del todo ya que si algo caracteriza a esta peluquera es que siempre está en continua formación para traer las últimas novedades y tendencias a sus clientes. "Cada una de las personas que confía en mi trabajo y cree en mí ciegamente para que les haga un cambio de look o para que se vean mejor es totalmente diferente. Por eso, siempre me adapto a su estilo, sus gustos y sus necesidades", como nos explica nuestra protagonista desde su espacio Moma Estilistas en la calle Juan de Ajuariaguerra 19 en pleno centro de Bilbao. Y es que puede que algunos no lo crean, pero la belleza tiene el poder y la oportunidad de transformar la vida de las personas a través de un simple corte de cabello o una coloración del mismo.
Lealtad
"Tengo clientes que llevan años conmigo y confían plenamente en lo que hago e incluso con algunos he creado verdaderos vínculos", sentencia una emocionada y agradecida Elsa que, ahora sí y tras muchas dificultades en el camino, puede decir alto y claro lo feliz y orgullosa que está de su propio proyecto de emprendimiento. Su familia y las personas que la rodean confían en ella, como también lo hizo en su día la Fundación Gaztenpresa de LABORAL KUTXA que le ha ayudado a materializar esa pasión que sentía desde que era tan solo una niña cada vez que tenía entre sus manos un peine y unas tijeras.