La industria vasca de automoción, un sector que, -sin contar las ventas de las plantas de Mercedes Vitoria y Volkswagen Navarra- factura en su peor año, 2020, unos 16.600 millones de euros, está viendo como la esperada recuperación de este año estimada en al menos un 10% se puede ver truncada en parte por un problema, un tanto inesperado, la escasez de chips para los cada día más abundantes componentes electrónicos de un automóvil de última generación.

Y el tema no es menor porque las plantas de Mercedes, en Gasteiz, y Volkswagen, en Iruña, han tenido que llegar a parar la producción, un hecho que dado que las factorías trabajan con técnicas de just-in time, afecta enseguida a sus principales proveedores vascos, desde Gestamp a CIE, agrupados en el clúster Acicae.

El parón brutal del pasado año en el sector del automóvil con una caída de casi hizo que los fabricantes de coches redujesen las compras de chips electrónicos mientras que otros demandantes, fabricantes de teléfonos móviles, tablets, ordenadores, televisiones etc, con el covid mantuvieron su demanda. Ahora con la recuperación económica no hay chips para todos y en el sector se teme que las incertidumbres sigan hasta el primer trimestre de 2022.

Este, según fuentes del sector, es un ejemplo de la cuestionable política de Europa relacionada con el automóvil con una apuesta ciega por un coche eléctrico y cada vez más conectado, con una dependencia crítica de América y Asia pues el software es norteamericano y los chips de Taiwan, y las baterías de China y Corea.

En todo caso, la planta de Mercedes Vitoria retomará este lunes 28 la producción después de permanecer parada entre los días 21 al 25 por la falta de chips semiconductores aunque la dirección plantea recurrir a un ERTE en caso de nuevas interrupciones de suministros.