El presidente de Faconauto aboga por una fiscalidad verde del automóvil. Considera que el desarrollo de la electromovilidad pasa por un impulso de la administración y una reducción del precio de los vehículos.

Hay un consenso generalizado en que la electrificación hará desaparecer los motores de explosión tradicionales alimentados por derivados del petróleo. En lo que no hay tanto acuerdo es en la fórmula y en los plazos para conseguir el objetivo de ‘emisiones 0’. ¿Cuál es su visión particular y la postura al respecto de su asociación?

-En nuestro último Congreso, celebrado los pasados 11 y 12 de febrero en Madrid, el director de Relaciones Institucionales de la NADA, la patronal de los concesionarios de Estados Unidos, decía que los clientes allí todavía no tienen en cuenta los vehículos eléctricos a la hora de cambiar de coche. Lo mismo ocurre en España; la demanda es todavía escasa y esta solo crecerá cuando haya una apuesta real por parte de las Administraciones Públicas por estas tecnologías de bajas emisiones, es decir, destinar presupuestos suficientes y extendidos en el tiempo, como ocurre en los principales mercados de nuestro entorno, y se amplíe la oferta con precios asequibles para todos los bolsillos.

Pese a los avances de los fabricantes en materia de movilidad sostenible, el automóvil aparece a veces estigmatizado ante la sociedad. El último episodio ha provocado la demonización del diésel ¿A los productores les ha faltado pedagogía hacia la clase política y la ciudadanía?

-El debate generado desde ámbitos sociales y políticos en torno al diésel es poco realista, no responde a las demandas de los consumidores y está acelerando artificialmente su desaparición, lo que puede ser contraproducente para el objetivo común, en el que el sector es el primer interesado y está absolutamente involucrado, que es alcanzar una movilidad sostenible. En lugar de alimentar esta polémica, habría que ir a la raíz del problema, que es un parque automovilístico muy antiguo y contaminante, y propiciar la solución, que pasa por facilitar que se achatarren esos coches viejos, por una nueva ‘fiscalidad verde’ del automóvil y porque las Administraciones Públicas se tomen en serio la implantación de los Vehículos de Energías Alternativas. Desde Faconauto, preconizamos la neutralidad tecnológica, que incluye el diésel, porque no vemos otro modo de recorrer el camino que queda hacia esa movilidad descarbonizada, que es en lo que están comprometidos los concesionarios.

¿Qué medidas gubernamentales cabe esperar en apoyo de esos objetivos medioambientales sin perjudicar a un sector industrial que aporta casi el 10% del PIB?

-Actualmente en Faconauto mantenemos unas relaciones muy cordiales y cercanas con el Gobierno, de tú a tú. Independientemente de las declaraciones de los últimos meses con las que no hemos estado de acuerdo, podemos admitir que la administración tiene en cuenta que el papel de los concesionarios es fundamental. Conoce y reconoce nuestra importancia y nos ha dado voz, algo por lo que seguiremos trabajando. Dicho esto, nosotros pensamos que España tiene que tener un objetivo y un proyecto como país en relación con la automoción. Nosotros hablamos de la necesidad de que haya un plan integral para el automóvil que ordene la transición hacía esa movilidad descarbonizada, que ha de ser también justa, sin que el mercado interno se resienta y sin que nuestras fábricas pierdan competitividad. Que los objetivos sean claros y compartidos, y que vayamos a por ellos cuidando los dos millones de puestos de trabajo que hoy generamos. Si en esta transición podemos crear más, bienvenidos serán.

Otro aspecto en el que comienza a detectarse una evolución es el del uso del coche. ¿Dejará de ser un bien de consumo en propiedad para convertirse en un servicio de movilidad a contratar ocasionalmente? ¿Supondrá eso una caída de las ventas, una amenaza a los intereses de la industria y de los distribuidores?

-Las soluciones alternativas de movilidad surgidas en los últimos años se están convirtiendo en una realidad para los consumidores e incluso para fabricantes que están invirtiendo en estos modos de transporte. Sin embargo, son todavía contempladas como un complemento al uso del coche y la dependencia del vehículo propio es todavía fundamental y clave. Esto implica, por el momento, que no existe un peligro real de perder clientes o ventas a corto plazo para los concesionarios, que seguimos siendo optimistas ya que parece que el coche en propiedad seguirá mandando en los próximos años. Aunque el carsharing puede ser una alternativa a la movilidad urbana, lo vemos más compitiendo con el taxi, el metro, Uber o Cabify que con la propiedad del vehículo.