MARZO supone un soplo de aire fresco para los remeros. Significa salir de la rutina de los duros entrenamientos invernales y empezar a sentir de nuevo la tensión competitiva. Los descensos y los campeonatos de esta época del año sirven como reencuentro con la pelea por las banderas. Es una fase marcada por las probaturas, donde todavía queda mucho trabajo por hacer y los entrenadores aprovechan estas regatas para mejorar la puesta a punto de sus tripulaciones y recabar datos con las referencias de sus rivales. Pero pese a que el mejor estado de forma todavía esté lejos de llegar, el remero no sabe montarse en la trainera y bogar sin competir. La búsqueda de la victoria está en su ADN y en cada palada se intenta firmar el mejor tiempo posible. Este último fin de semana se vivió una jornada intensa con los descensos de Deusto, Portugalete y Orio. Zierbena, Kaiku y Hondarribia fueron los vencedores en la categoría masculina y en la femenina destacó Ondarroa al llevarse dos banderas.

Volver al agua siempre borra la incertidumbre. Es la manera de comprobar el estado actual y de medirse cara a cara con varios de los que serán los rivales en la temporada veraniega. "Después de tantos meses entrenando siempre gusta ver cómo estamos y cómo están los rivales. También comprobar el estado físico, a ver si somos capaces de acabar la regata", afirma Yeray Cayón, remero de Santurtzi, que se estrenó en el descenso de Deusto y también compitió en Orio, quedándose a un segundo de la victoria en ambas regatas. "Nos vi bastante bien, obviamente todavía con muchas cosas por pulir tanto en el aspecto físico como en el técnico, pero para ser un principio de temporada estamos llevando una línea muy buena", declara el santurtziarra.

Aunque el verdadero protagonista de este fin de semana fue Ondarroa. Las remeras preparadas por Nagore Osoro firmaron dos regatas sobresalientes y se marcharon a casa con dos cetros. "Es lo máximo a lo que podíamos aspirar en estos dos días. Las dos traineras fueron totalmente diferentes y el domingo además sacamos también tres bateles. Ninguna remera repitió regata. Eso es importante, porque todas las de la plantilla tienen una bandera ahora mismo. Eso para seguir entrenando estos días es muy importante", apunta Osoro. También acabó con buenas sensaciones Zierbena con su victoria en el descenso de Deusto. Los galipos, que ya vencieron en el Campeonato de Euskadi de Larga Distancia, no han tardado en ponerse a punto y son capaces de dotar el bote de alta velocidad, algo que tampoco sorprende en exceso a su entrenador, Juan Zunzunegui: "Es la dinámica de estos años y no tenemos muchos cambios. La gente está con ganas. Lo hemos tomado con naturalidad: sin prisas, que fueran saliendo las cosas. Y la verdad que va bien".

Saltar de nuevo al agua, aunque no sea en la Eusko Label Liga, es un impulso para los remeros. Es una manera de acabar con la dura rutina invernal y volver a sentir esa emoción que solo es capaz de dar la competición. Diferentes sensaciones se perciben en los entrenamientos cuando hay una cita el fin de semana. "Estas regatas sirven para que la gente nueva vaya teniendo confianza dentro de la trainera y con el equipo. También sirve para tener más razones para seguir entrenando. Al final, estar como el año pasado, sin ninguna regata ni referencia, se hace muy duro", cuenta Osoro, que también aprovecha estos descensos para sacar conclusiones de cara a la campaña venidera e ir haciendo ajustes: "Si salen mal las regatas, te sirve para ver lo que hay que cambiar y si sale bien, para certificar que lo estás haciendo bien. En verano no hay margen para reaccionar, porque cuando empieza la temporada, ya se está acabando y si hay que cambiar algo, es tarde".

Aunque la competición no es el único generador de motivación. En las duras jornadas invernales, donde los entrenamientos físicos mandan y los músculos piden clemencia casi cada día, los remeros encuentran una fuente importante de motivación en el simple hecho de montarse en la trainera. "Aunque la sensación de querer competir siempre está ahí, también existe la ilusión de dejar los entrenamientos de gimnasio y poder ir al agua con la trainera", cuenta Cayón. Ese chute de energía se agrandó aún más este curso, ya que debido a las restricciones los equipos apenas pudieron entrenar en grupo. "Lo más complicado fue hasta Navidad, que no pudimos entrenar. Viendo lo del año pasado, estábamos con miedo", comenta Zunzunegui. Pero esos miedos ya se quedaron atrás y ahora el remero disfruta de los ensayos en el agua y sobre todo de los primeros coletazos competitivos.