Jon Rahm cerró con una tarjeta de tres sobre par, un total de +10 y el 23º puesto empatado el US Open. Este de Winged Foot ha sido su peor major en tres años y nunca ha estado en los puestos de cabeza. Solo en la primera jornada jugó por debajo del par, con muchas oportunidades perdidas para mejorar su tarjeta, y a partir de ahí nunca logró cogerle el punto a un campo cada día más complicado en el que ha sufrido en los greenes como pocas veces, con muchos errores en putts cercanos provocados por una mala lectura de las caídas. Querrá olvidarlo pronto porque, por ejemplo, el Top 5 ha requerido una tarjeta de cinco sobre par.

Ayer el de Barrika volvió a tener una racha de tres bogeys seguidos entre el hoyo 3 y el 5, aunque reaccionó bien para sumar tres birdies y acabar la primera mitad del recorrido al par. Otro buen birdie en el 11 le colocaba como el único jugador por debajo del par en el día y le acercaba al objetivo de otro Top 10, pero llegaron dos bogeys más en el 14 y el 15 para poner freno a esa breve alegría tras muchos hoyos de sufrimiento y sentir que volvía a poder con el campo y estaba jugando bien. Pero el doble bogey, después de un inesperado mal golpe de aproximación desde la hierba alta, fue el resumen de toda la semana en Nueva York. Esos tres golpes sobre par eran, incluso, una de las mejores vueltas del día, pero para Rahm significaban poco.

Ahora el golfista vizcaino, que se mantiene segundo en el ranking mundial, se tomará un tiempo de descanso antes de ponerse a preparar el Masters de Augusta, que se disputará del 12 al 15 de noviembre. Jon Rahm jugará algún torneo previo en Estados Unidos porque lo que está descartado en venir a Europa, donde hay algunas citas importantes a principios de octubre. La pandemia sigue condicionando el deporte y el barrikoztarra no quiere salir de una burbuja para meterse en otra.

Así que Jon Rahm vio desde la casa club de Winged Foot la victoria de Bryson DeChambeau, el único jugador que ha logrado terminar bajo par las cuatro vueltas. El Científico salió al partido estelar a dos golpes de Matthew Wolff en un reducido duelo de dos de los más grandes pegadores del circuito, pero la emoción duró poco. El debutante Wolff, de 21 años, cedió a la presión, nadie más pudo sumarse a la pelea y DeChambeau, que hace cinco años se impuso en el US Amateur, abrió un hueco que fue definitivo antes de entrar en el último tercio del recorrido.

el paso que faltaba

Con esta indiscutible victoria, la octava de su carrera, el jugador de Modesto, que ya fue cuarto en el último PGA Championship, entra con solo 27 años en el grupo de ganadores de major y demuestra que su juego, cargado de heterodoxia y a veces lento hasta la desesperación, esconde mucho más que las consecuencias de su cambio físico. DeChambeau no solo quiere pegarle muy fuerte, sino que si a eso le añade la precisión en los greenes es candidato a todo, como ha demostrado en el US Open, que se juegue donde se juegue siempre trata de poner todas las trampas posibles y llevar al jugador al límite.

El californiano, pese a que solo ha cogido 23 calles en estas cuatro vueltas ganadoras, menos que nadie en la historia, ha hecho bien todas las cuentas durante cuatro días y ha sabido pegarle a la bola para poner a sus manos su primer grande y hacer exitosa la revolución que ha llevado a su deporte. Es el decimotercer ganador primerizo en los últimos 18 majors disputados, lo que resalta de nuevo la enorme competencia que hay en el golf mundial.

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Clasificación final