EL pasado viernes, Lucas Eguibar (Donostia, 1994) se quedó a las puertas de una medalla en el Mundial de snowboard que se celebró en Utah. Tras luchar durante todo el campeonato y sin ser favorito a nada, el donostiarra se metió en la final por méritos propios. Tan solo una bajada le separaba del podio. Había en juego tres preseas para cuatro participantes y Eguibar fue cuarto. En el último salto del recorrido se tocó con el italiano Emanuel Perathoner, con quien pugnaba por el bronce. Entró en meta en plena caída. Y último. Así que mientras que sus rivales celebraban sus medallas, el rider vasco se quedó tendido en el suelo, con la respiración todavía agitada. Derrotado. Porque llegó a un punto de calidad que un cuarto puesto mundial le supo a bien poco. Así que, cuando recobró un poco el aire, se sentó sobre mil copos de nieve y, sin soltarse siquiera las fijaciones, se hizo una promesa: “Volveré”. Porque Eguibar es experto en sobreponerse a los malos tragos y, por ello, apenas seis días después, el donostiarra ya se encuentra en Alemania dispuesto a comerse su nuevo objetivo: la Copa del Mundo de Feldberg, que se celebra desde mañana hasta el sábado.

“Alguien tenía que ser cuarto, así que solo queda seguir trabajando. Estoy contento por haber llegado a la final, pero a la vez fastidiado por haber estado tan cerca de las medallas. Ahora solo queda pensar en la Copa del Mundo”, reconoce Eguibar. Y es que el snowboarder aprendió a relativizar los resultados a base de golpes, porque lo ocurrido en Utah no es el mayor fiasco de su carrera, sino que hay que remontarse hasta los Juegos de Pyeongchang para comprender su cambio de actitud hacia la competición. Eguibar llegaba a la cita olímpica como uno de los favoritos, abanderado y con dos platas en los Mundiales de Sierra Nevada como aval; pero a las primeras de cambio se fue al suelo. Besó la nieve y desaparecieron todas sus opciones a medalla. “Fue una derrota, pero me vino muy bien. Llevo bastante tiempo en este deporte, sé lo que puede ocurrir y cuando pasa te fastidia mucho, pero hay que seguir adelante”, admite. Y ahora mismo lo que Eguibar tiene delante es la prueba de Feldberg: “Estoy muy centrado en la Copa del Mundo porque es algo que me gusta mucho, la semana pasada el objetivo era el Mundial pero voy a ir a por todas”.

Aunque el donostiarra es consciente de que el snowboard es un “deporte circuito a circuito porque cambia mucho y hay que ir poco a poco”, no oculta que una de las citas remarcadas en el calendario esta temporada es la Copa del Mundo de Baqueira Beret. Tendrá lugar los días 1 y 2 del próximo mes, pero Eguibar ya piensa en ella: “Siempre competimos lejos de casa y por eso la prueba en este circuito, ante los tuyos, siempre es especial”. Fue tercero en la edición de 2016 y ahora aspira a mucho más: “Recuerdo muy bien la última vez que estuve allí, la pista fue muy bien y el ambiente, espectacular”. El donostiarra ya sabe lo que es ganar la Copa del Mundo, lo consiguió en la temporada 2014-15, con apenas 21 años y tras una jornada llena de suspense en la estación de La Molina. Y ahora su objetivo es volver a besar el Globo de Cristal, por eso, su idea no es centrarse tan solo en una prueba, sino ser el más regular de la competición: “Quiero pelear por la general y volver a conquistar el Globo de Cristal”.

Para ello, Eguibar deberá remontar algunas posiciones puesto que, tras cancelarse la primera cita del circuito, en la localidad austríaca de Montafon por ausencia de nieve; el donostiarra acabó undécimo en la siguiente cita en Cervina. De esta forma, gran parte de las esperanzas del rider vasco pasan por realizar un buen papel en la pista alemana, para después hacer lo propio en Baqueira y, finalmente, echar el resto en la última prueba de la Copa del Mundo, en Veysonnaz , el 16 y 17 de marzo.

A un salto Eguibar ya está Feldberg dispuesto a pasar página, pero primero, el donostiarra quiere aprender de sus errores. Por ello no duda en diseccionar su actuación en la final del Mundial de Utah: “Había salido muy bien y estaba bastante concentrado, pero me fui largo en un salto antes de la primera curva y perdí velocidad. Los demás se me echaron encima así que decidí tranquilizarme y atacar más abajo. Entonces empezó la lucha con Perathoner, perdimos velocidad y los otros dos se nos fueron. Hasta que entrando juntos en el último salto, nos tocamos y me fui al suelo”. Sin embargo, ya en plena pista alemana, Eguibar vuelve a ponerse de pie y a mirar a las medallas: “¡Hay que seguir!”.