"A ver qué pasa estos días. Pasará lo que tenga que pasar", expresó el técnico del Real Madrid, Zinedine Zidane, tras la debacle con el Alcoyano (2-1). El francés quedó muy tocado. En plena resaca de la eliminación en las semifinales de la Supercopa a manos del Athletic, fue apeado de la Copa por un rival de Segunda B que el curso anterior militaba en Tercera, y que posee un presupuesto de 700.000 euros; una cifra ínfima ante los 617 millones que presenta el Madrid para el curso 2020-21. Pero para el madridismo, la actitud de Zidane durante y después del partido echó leña al fuego de la derrota. Dolió.

Tras indicar el colegiado el final del tiempo reglamentario, Zidane no se dirigió a sus jugadores en su conjunto. No hubo charla antes de encarar la prórroga. Apenas habló, individualmente, con Marcelo y Chust, algo que llamó la atención. Su imagen no fue de líder, de alguien que trata de alentar a un colectivo. Lo mismo sucedió en el descanso de la prórroga. Zidane parecía abstraído, ajeno a lo que estaba sucediendo. Sin carisma.

La sonrisa que esbozó tras el segundo gol de Alcoyano no pasó desapercibida; al igual que tampoco quedó sin ser juzgada la que dibujó en su rostro tras caer eliminado contra los leones y en plena felicitación a Marcelino. Ante la adversidad, hay quien ríe fruto del nerviosismo, porque desde luego, el tanto no le proporcionaría alegría. Si bien, la imagen genera polémica, como se ha comprobado.

Tras el pitido final, consumada la debacle, Zidane abandonó el campo sin dirigir la palabra a sus jugadores y tampoco tendió la mano al técnico rival. Abandonó el campo solo y cabizbajo como viva imagen del derrotismo. Ya en sala de prensa, azuzó el enfado al decir que la derrota "no es una vergüenza, no es nada de eso; son cosas que pasan". A lo largo de su historia, el Madrid ha caído en cinco ocasiones contra equipos de Segunda B en la primera ronda que ha disputado de la Copa (Toledo, 2000-01; Real Unión, 2008-09; Alcorcón, 2009-10; Cádiz, 2015-16; Alcoyano, 2020-21).

La gestión de las sustituciones también dio que hablar. Comenzaron jugando los menos habituales y se acabó recurriendo a los titulares. Nada modificó el guion del partido y, en definitiva, el marcador, que es lo que se espera con la introducción de revulsivos. Con todo, "pasa" que por de pronto Zidane continuará en el banquillo. Aunque su crédito se agota. Las tres Champions o el pasado título de Liga no dan coartada a un equipo que aspira a ganar todo lo que juega y que en seis días ha echado por la borda dos competiciones. La falta de público en las gradas es un factor que endulza la situación de un técnico que ni renuncia ni es cesado.