EL Lointek Gernika volvió a añadir otra fecha más para el recuerdo en su calendario particular y Maloste tuvo mucha culpa de ello. El encuentro ante el Szekszard fue una fiesta en la cancha y en las gradas. Banderas al viento, gritos de ánimos constantes, música? La afición gernikarra no paró de animar a su equipo y ejerció de aliento extra para un grupo de jugadoras que se desfondó sobre la grada y correspondió con esfuerzo el cariño ofrecido por la grada ante, durante y después de este partido histórico.

El equipo salió con ganas y el púbico también. Maloste fue consciente desde el primer minuto que el partido de ayer no sería tarea sencilla y animó al máximo desde que el balón salto al aire. Los gritos de apoyo llegaron con fuerza desde las gradas y las jugadoras, como dice el lema que acompaña al equipo desde el inicio de esta temporada, respondieron llevadas por la marea granate. Unas polémicas decisiones arbitrales perjudicaron ligeramente a las dirigidas por Mario López. Lejos de venirse abajo, el público apretó aún más y aplaudió cada acción de las suyas, desde las canastas más espectaculares hasta cada pequeño esfuerzo defensivo.

Gran parte del público que acudió a ver el encuentro entre el Lointek Gernika y el Szekszard era jugadores de las categorías inferiores del club. Y es que el primer equipo es la referencia, el ejemplo para todos esos niños que sueñan con llegar lo más alto. El Lointek Gernika es la punta de un iceberg con una importante base por debajo y por ello el club gernikarra quiso acordarse de su cantera en este día especial para el club. Adei Intxausti, Leire Ordorika, Malen Arana, Maren San José, Naia Zubiaga, Leire Vallejo, Davidne Mindoudi, Nile Mugira, Irune Orio, Kristina Ladaburu, Maialen Idiri, June Zubiaga y Uxue Aberasturi fueron homenajeados al descanso debido a sus respectivos éxitos en el Campeonato de Euskadi y Nafarroa y en el Campeonato de España.

El arranque del tercer cuarto fue el despegue definitivo del Lointek Gernika y la chispa que prendió el infierno de Maloste. Los ánimos no faltaron durante los cuarenta minutos de juego, pero fue en ese momento, superado el cuarenta, cuando la grada se convirtió en una fiesta. Fue algo histórico e inesperado. El conjunto vizcaino arrolló al Szekszard y dio más esperanzas aún, si es que no había suficientes, para que lo de ayer vuelva a repetirse este mismo año.