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Giannis Antetokounmpo, el jugador del siglo XXII

El griego Giannis Antetokounmpo opta, a sus 22 años, a ser el primer jugador en la historia de la NBA en acabar una temporada en el ‘top 20’ de puntos, rebotes, asistencias, tapones y robos

Giannis Antetokounmpo, el jugador del siglo XXIIFoto: Afp

HACE poco más de cuatro años, Giannis Antetokounmpo (6-XII-1994) era uno de tantos sin papeles en el suburbio ateniense de Zografou, un chaval de origen nigeriano, aunque nacido en la capital griega, que para ayudar en la economía doméstica pateaba la ciudad junto a su hermano mayor Thanasis para vender gafas de sol, relojes y bolsos a los turistas. “Había días que no vendíamos nada y tocaba saltarse alguna comida”, ha recordado alguna vez. En aquella época, Antetokounmpo era un jugador de baloncesto anónimo incluso en su país, un chico larguirucho que pasaba desapercibido en el Filathlitikos de Segunda División hasta que un vídeo de un duelo de la liga júnior helena llegó a manos de Willy Villar, entonces director deportivo del CAI Zaragoza, quien intuyó que o bien ahí había un potencial jugador de élite o lo que veía en aquellas imágenes tenía truco. Decidió comprobarlo in situ: “Anotó 44 puntos delante de mis narices. Sus manos eran enormes, ¡parecían raquetas de tenis! Tenía una envergadura de 2,20 y subía el balón como un base. Me empezaron a temblar las piernas y llamé al presidente. ¡Había que ficharle de inmediato! Lo hicimos por cuatro años”, recordó años después en Marca.

Cuatro años después, Giannis es una estrella de la NBA, una de las principales figuras mediáticas de la mejor liga del mundo -Thanasis milita en el Morabanc Andorra de la Liga Endesa después de haber jugado también al otro lado del charco-, después de que aquel fichaje por el CAI, club en el que ni siquiera llegó a jugar, le cambiara la vida. Su aparición en los medios de comunicación, su historia personal y, sobre todo, esa capacidad para subir la bola rondando los siete pies de altura hicieron que las franquicias de la NBA empezaran a fijarse en él, a mandar scouts al diminuto pabellón del Filathlitikos. El resto es ya historia -recibió la nacionalidad griega en 2013, año en el que fue elegido en el draft por Milwaukee Bucks, en 2014 debutó con Grecia en el Mundial y este curso ha sido titular en el equipo del Este del All Star- y es eso precisamente, historia, lo que está a punto de hacer The Greek Freak, pues, a sus 22 años, opta a convertirse en el primer jugador en la larga singladura de esta competición en acabar en el Top 20 de los cinco principales apartados estadísticos. A falta de ocho duelos para la conclusión de la temporada regular, es 13º en puntos anotados (1.685), 14º en rebotes (624), 21º en asistencias (387), 5º en tapones (137) y 8º en robos de balón (120).

En un baloncesto moderno en el que las posiciones clásicas y sus atribuciones se están difuminando, Giannis es un jugador del siglo XXII, un tipo con brazos eternos, manos gigantescas (más de treinta centímetros desde la punta del dedo corazón hasta la muñeca) y una coordinación muy pocas veces vista en alguien que ronda los 2,13. Un jugador que sale botando al contraataque como un base, capaz de cruzar la cancha en nueve zancadas y hundir el balón en el aro saltando con oposición desde un palmo por delante de la línea de tiros libres, un prodigio físico que lo mismo defiende a un exterior a siete metros del aro que intimida a un pívot debajo de la canasta.

Y lo que más asusta no es lo que ya es, que es mucho a sus 22 años, sino lo que puede llegar a ser. El griego, en su cuarto año en la NBA, todos ellos con los Bucks, ha mejorado sus promedios en las cinco categorías principales del juego y está en 23,1 puntos, 8,5 rebotes, 5,3 asistencias, 1,9 tapones y 1,6 robos, el mejor de su franquicia, sexta actualmente en el Este, en todas estas facetas del juego. Su técnico, Jason Kidd, expresa constantemente su deseo de convertirle en el auténtico base del equipo (acostumbra a actuar de alero o ala-pívot, posiciones desde las que genera mucho juego), pero en estático le falta mejor lectura de las situaciones. Es ese aspecto del juego y en sus aún pobres porcentajes de tres puntos (28,1%) donde residen los principales márgenes de mejora de un tipo del que compañeros y rivales alaban constantemente su constante afán de mejora.

Antetokounmpo ha aprovechado los genes de su padre, exfutbolista en Nigeria, y su madre, saltadora de altura, los ha pulido a base de trabajo (además de su hermano mayor Thanasis, dicen que uno de los pequeños, Kostas, tiene una proyección increíble) y ha protagonizado una progresión extraordinaria. En poco más de cuatro años ha pasado de no tener papeles y vender bolsos y gafas de sol a turistas a firmar un contrato de 100 millones de dólares. Ahora, el jugador del siglo XXII aspira a hacer historia en la mejor liga del planeta.