Duración: 46:51 minutos; 9:30 de juego real.

Saques: 4 de Bengoetxea VI (tantos 7, 8, 9 y 13) y 5 de Martínez de Irujo (tantos 4, 5, 7, 8 y 17).

Faltas de saque: 1 de Martínez de Irujo.

Pelotazos: 189 pelotazos a buena.

Tantos en juego: 6 de Bengoetxea VI y 11 de Martínez de Irujo.

Errores: 6 de Bengoetxea VI y 2 de Martínez de Irujo.

Marcador: 0-9, 1-9, 1-12, 3-12, 3-13, 4-13, 4-15, 5-15, 5-17, 10-17, 10-19, 11-19, 11-21, 13-21 y 13-22.

Botilleros: Ejercieron de botilleros Asier García (con su primo Oinatz Bengoetxea) y Patxi Eugi (con Juan Martínez de Irujo).

Incidencias: Eliminatoria de semifinales del Manomanista de la LEP.M disputada en el frontón Atano III. 1.297 espectadores.

donostia. Un tratado de pegada le bastó y le sobró a Juan Martínez de Irujo para destrozar a Oinatz Bengoetxea en el Atano III de Donostia. Fresco con las dos manos, el delantero de Ibero fue más que su contrincante desde el principio hasta el final del partido, dominando con mucho empaque todas las facetas de su juego. Vestido de ventarrón, de huracán, disfrutó Juan a lo suyo, abrazado a las labores de demolición de dos brazos cargados de dinamita pura, cuyo dominio fue tal que Oinatz no pudo controlar el empuje de su camino. Porque comenzó Juan volcánico, efervescente, sin especular. Con la incidencia clave que tiene el saque en la actualidad el Manomanista, Irujo se apoyó en la suerte del primer servicio para acunarse con sus pelotas, con salida de frontis, y dedicarse a explorar en la ciencia de la minería: la de percutir y percutir para poner a Bengoetxea VI muy lejos del frontis, fuera de su órbita de acción, donde disfruta.

Atormentado el delantero leitzarra en un inicio caótico, no tuvo siquiera la oportunidad de acercarse en la empresa de dar la vuelta a un desolador parcial de 0-9. Demasiada tela. Y eso que en el primer tanto Oinatz se sacó de la manga una defensa a tumba abierta ante pelotazos espectaculares, para enmarcar, llegando a llevar pelotas desde el siete de modo escalofriante. No obstante, el terremoto de Ibero no se cortó un pelo y siguió a lo suyo: mantener a su adversario atrás, sin oportunidades de pasar a dominar y cuya única esperanza era tomar riesgos. Así que se lanzó a restar de aire y no acertó. El de Ibero se anotó cuatro saques en este tramo y desnortó a Oinatz, ahogado ante la pegada de su contrincante. Solamente pudo abrocharse a su defensa de aire para tratar de firmar un armisticio. Pero, Juan, un guerrero con alma de estilista que ronda por la línea del espectáculo y el delirio, no aflojó el compás. Ritmo a la pelota. Solo de batería. Momentos de genialidad de un ciclón enamorado de la distancia, el máximo exponente de la revolución pelotazale en el mano a mano, con una medida terrible. Gigante. Las pelotas de Irujo salían de frontis, pero él le daba una velocidad al golpe de funestas consecuencias para el leitzarra, de recados desde los cuadros largos. Demasiada diferencia. Pero derrumbó su propia tacada Juan con una falta de saque (1-9).

La duda pareció tomar cierta distancia a la lógica. Pelotas más tranquilas, más bajas, de Oinatz, pero con un tiro de suelo importante para abatir a Irujo. No aprovechó la oportunidad el de Leitza y la brecha se abrió hasta adquirir tintes dramáticos. Juan pegaba y pegaba y no se cansaba. Dentelladas a la yugular en cada derechazo. Llegó a ponerse 1-12 y su contrincante dijo basta. Era el momento de tomar riesgo o morir en el intento. Todo estaba perdido, solo quedaba abrazarse a la santa locura de una remontada épica. Falló Irujo en pared para dar opción a Oinatz, que se lanzó a por el saque-remate sin reservas, llegando a golpear el primer servicio desde el txoko a la desesperada. Y Juan, impoluto. El reparto de golpes le favorecía, así que no aflojó. Por la vía rápida se marchó en el luminoso hasta el 5-17. Ya no había oportunidad.

pequeña reacción de Oinatz Recuperó pelota el delantero de Leitza y buscó otra perspectiva. Fue al cestaño y seleccionó el material de Juan, para que le costara restar de aire. Así maquilló el partido. Llegó al 10-17, pero las sensaciones eran de que Juan lo gobernaba todo. De hecho, en el peloteo, con el besagain pasaba a dominar fiel a una fuerza enraizada a su ser. Todo potencia. Todo garra. Pura delicia. Lo demás fue esperar al 22 azul. No obstante, es destacable que Bengoetxea VI, a pesar de todo, no se dio por vencido en ningún momento en el chaparrón, llegando a alumbrar tantos de artista puro y duro. Aun así, un buruz gain y un dos paredes acabaron con su agonía (13-22).

El nivel físico y de juego del iberoarra le tumbaron. Terremoto. Si bien el de Aspe cimentó en su pegada la semifinal, cuando tuvo pelota acabó de maravilla e hizo ganchos desde más allá del cuatro dignos de estudio. Juan está con chispa y Bengoetxea lo pagó caro. Visto lo visto ayer en el Atano III la pregunta es: ¿es posible tumbar al pelotari en activo más laureado en el Manomanista si está en este punto? Sus manos son tormenta y su juego, un huracán. Para empezar, ya está en la final del 23 de junio dando miedo y espera rival del Urrutikoetxea-Aimar del sábado.