bilbao. Las pretensiones no podían ser las deseadas dados los numerosos contratiempos acaecidos en la primera mitad de la temporada del Campeonato del Mundo de Moto3, donde prácticamente todos los fines de semana de carreras se han citado los contratiempos en el seno del equipo madrileño LaGlisse. De modo que esas voluntades trataban sobre asentarse, afianzarse en el canal de la regularidad antes de partir hacia ambiciosas metas como son los podios. En este sentido, Efrén Vázquez ha conseguido mantenerse en equilibrio después de enlazar, por vez primera este curso, cuatro carreras terminadas en las posiciones que reparten puntos. Hasta ahí, objetivo cumplido al dejar atrás el Gran Premio de Italia, novena cita del calendario y ecuador antes del parón estival de casi un mes.
El consolidamiento rodando entre los mejores de la categoría está enrocado, solidificado. Aunque penetrando en dirección a los detalles el piloto de Rekalde reconoce vacíos. Ocurrió ayer en Mugello, donde terminó "satisfecho" con la sexta posición, pero más que con el resultado en sí, "no es el esperado tras los entrenamientos realizados y la impresión de que podía haber rodado hasta el final en el grupo de cabeza", con el hecho de prolongar un estado que le mantiene en la frontera con el podio, el cual "tarde o temprano llegará". Esta será la obsesión del segundo acto de la campaña, considerado un "minicampeonato" en el cual "deberemos exigirnos más a todos los niveles".
Y es que ayer, en la cuna del Rossismo, las sensaciones dibujaban tamañas opciones, con un Efrén perseverante y atareado en encargarse del protagonismo. La filosofía genérica de la cilindrada menor es la acción sin cuartel. El bilbaino se ha sumado al carro. Es la corriente del toma y daca, del pegas o recibes. Intercambio de golpes como modelo pugilístico del motociclismo. La calma se ha convertido en algo cuasidespreciable en este nicho de jóvenes ambiciosos y nada cautos. La tranquilidad, el sosiego que requiere la cordura, pronto es confundida con la relajación.
Efrén fue un corazón sobre ruedas. En los compases iniciales siempre llegan los tajos en el pelotón y el bilbaino, activo, sostuvo la atención. Visceral, poco amigo de la represión, liberó sus ganas con la intensidad de un chorro a presión. Efrentxu se alzó en la cima de la carrera. Un géiser. Unos metros de recorrido le bastaron, un puñado de frenadas, y al frente. Pero como él viajaban otros seis en el tempranero, por configuración, grupo de cabeza.
Además del bilbaino, Viñales, Cortese, Fenati, Kent, Antonelli y Rins eran los pasajeros. Efrén apelaba a su experiencia y rodaba, principalmente, en un tercer lugar en el que se veía como menos afectado por las inercias de los rebufos en el circuito con la recta más larga del campeonato (1.141 metros). El de Rekalde viajaba abonado al tercer lugar. Los despuntados pasaban a la cola y viceversa. Él era una instalación. Defendía bravo su lugar.
Entretanto, Salom y Rossi, hombres fuertes del campeonato, mandaban a funeral cualquier posibilidad al rodar por los márgenes del trazado transalpino.
viñales ejecuta Fenati amagó con la escapada a cuestas con Antonelli como mochila. Los dos italianos, esperanzas de un país huérfano de ídolos contemporáneos, asumieron condición. Pero Cortese y Viñales no están para concesiones. De hecho, el primero se lo está poniendo al segundo mucho más complicado de lo que cabía esperar. "Estamos en una parte del campeonato en la que no se puede fallar, hay que conseguir el título y no será nada fácil". Una reflexión de Viñales que confirma su compromiso. El talento propio de Roses aplicó iniciativa y, tras anular intentos, consistente, afianzó un ritmo que desarboló al grupo. Solo Cortese y Fenati encauzaron su estela.
La reacción de Viñales coincidió cuando Efrén descendía de la tercera posición prácticamente por primera vez. Al bilbaino, el cambio de cadencia le cogió en el trastero y, sin capacidad de reacción desde la sexta plaza, no pudo pretender sanar una brecha que sería mortal para sus intereses y sus opciones objetivas de mecerse en el podio. Al traspiés, la alternativa no era otra que la cuarta plaza. Y así llegó a plegarse en el último recodo de Mugello, si bien, la salida de la curva, el anticipo al enroscar gas, resultó fatídico. La rueda perdió contacto, patinó y se aferró de nuevo al asfalto. Entonces, Antonelli y Kent ya habían asomado por el sobaco. El de Rekalde consumaba el agridulce sexto lugar. "Hemos tenido una buena pelea por el cuarto puesto y se nos ha escapado en la recta de meta, pero hemos sumado más puntos y llevamos varias carreras delante", se consoló Efrentxu.
Un resultado que le mantiene undécimo en el Mundial, pero con una tabla más embutida, pues descansará este parón veraniego a 6 puntos del octavo clasificado y a 25 del quinto. Y desde luego, el ingrediente del optimismo abunda como para exportar: "Me veo convencido de poder hacer algún podio, cada día estamos más compenetrados equipo y piloto". La peana sobre la que se asienta la regularidad ya está diseñada. Ahora toca erigirse hacia mayores cotas. Indianápolis será la siguiente estación del tren mundialista, después de Laguna Seca, donde solo estará MotoGP.