Los milagros, dicen, se citan en Lourdes, lugar de peregrinaje de miles de creyentes en busca de su prodigioso elixir: el agua milagrosa. Pablo Berasaluze y Aritz Begino parten hacia al encuentro de su particular asombro a Covaleda (Soria) donde a las 22.00 horas, ETB-1, se verán las caras con Titín y Pascual -ya clasificados para la liguilla de semifinales del Parejas- a los que tienen que derrotar por al menos 22-6 y esperar a una victoria de Olaizola II y Mendizabal II sobre Gonzalez y Laskurain por 22-21 el próximo domingo para estar en las semifinales de la competición. La carambola es tan remota que no hay entusiasta capaz de sostener semejante discurso.

A Pablo y Begino el Parejas les "ha cogido con el pie cambiado" según Roberto García Ariño, consejero de la alianza más ilusionante del pasado verano, cuando su juego, sinfónico, fresco y tremendamente ágil se acercó extraordinariamente a la excelencia, nada que ver con la versión ofrecida en el torneo. "Pienso que no han jugado sueltos, de forma natural. Les ha podido la presión y en muchos partidos se les ha visto atenazados porque el Parejas obliga a ser efectivos, a perder poca pelota. De alguna manera han traicionado su manera de jugar por el temor a fallar y no se les ha visto hacer un partido redondo", discurre el técnico de Asegarce, un punto desilusionado porque era una pareja de la que "se esperaba más".

Para Roberto García Ariño la responsabilidad ha logrado achicar el impulso de Berasaluze VIII y Begino. "Curiosamente no han sumado juego, una de sus principales virtudes. En verano estaban más pendientes el uno del otro, animándose, pendientes el uno del otro casi en cada pelotazo, y en este campeonato tengo la sensación que cada uno bastante tenía con lo suyo, con cargar con sus responsabilidad, con sus temores, con el miedo a fallar, y eso les ha bloqueado".

El bloqueo, considera el técnico, "ha sido más mental que físico", aunque desde el entorno de Pablo sostienen que tanto la carga de partidos del delantero de Berriz como la exigencia de los mismos -su principal rival ha sido Aimar, un manista complicadísimo de batir porque aúna toneladas de talento y un físico sobresaliente que facilita su despliegue y complica su combate- en los últimos meses ha contribuido a su rendimiento, alejado de la luminosidad de meses precedentes. "Pienso que la carga de partidos no ha hecho tanta mella sobre Pablo como la falta de confianza. Y Aritz, aunque en general ha estado algo más sólido que Pablo, tampoco ha dado su nivel". Tal vez por el miedo a volar.