Cuando me preguntaban si quería el Nobel respondía que no, porque a partir de ese momento cuando citen mi nombre, después siempre aparecerá Premio Nobel de Literatura”. Así respondía la escritora Annie Ernaux, ganadora del máximo galardón literario, durante la rueda de prensa concedida tras conocer la noticia en la sede de su editorial en París. Lo argumentaba de la siguiente manera: “Es algo que no termino de encajar porque siempre nos van a ver de la misma manera y no es así. Evolucionamos, cambiamos y tener que llevar siempre la misma etiqueta en tu libro…”.

Hasta ahora y tras la reciente decisión de la Academia Sueca conocida el mes pasado, se cuentan por 17 las autoras, mujeres, en cuyas obras aparece esta etiqueta. La anterior no fue ni la única ni la más destacada declaración de la novelista, quien por cierto es la primera literata francesa en obtener este premio. La Academia justificó la decisión en su “valentía y la precisión clínica con la que desvela las raíces, los extrañamientos y las trabas colectivas a la memoria personal”.

Ernaux, también profesora de Letras Modernas, se refirió a su concesión como “una responsabilidad para continuar…”. Entre las varias atribuciones que se han mencionado de Ernaux durante estos días se ha hablado sobre su vínculo con el movimiento feminista, algo que ella misma puso encima de la mesa de la Editorial Gallimard en la rueda de prensa, frente a periodistas de todo el mundo, aludiendo a los intentos de prohibición del aborto en Estados Unidos: “Puedo decirles que lucharé hasta el último suspiro para que las mujeres puedan elegir ser madres o no serlo. Es un derecho fundamental. La anticoncepción y el derecho al aborto son el núcleo de la libertad de las mujeres”.

La editorial que publica sus obras en castellano, Cabaret Voltaire, define su literatura como “esencialmente autobiográfica e intimista”. Ejemplos de ello se descubren en algunas de sus obras como Los armarios vacíos (1974) donde toca su aborto clandestino en los años 60; en El Lugar (1986) el lector se acerca a la muerte de su padre; y en No he salido de mi noche (1997), a la enfermedad de Alzheimer de su madre.

Volvamos a la etiqueta referida por Ernaux en su rueda de prensa. Es probable que los lectores puedan enumerar varios nombres y apellidos que precedan al reconocimiento del Nobel de Literatura: Gabriel García Márquez, Camilo José Cela, José Saramago, Mario Vargas Llosa, Bob Dylan… En 2018, los escándalos de abusos sexuales y filtraciones que salpicaron a la Academia, obligaron a postergar la entrega del premio. Desde 2019, un tercio del jurado deben ser mujeres.

“Ampliar nuestra perspectiva”

Ese mismo año, el presidente del Comité de Literatura, Anders Olsson reconoció la necesidad de “ampliar nuestra perspectiva”. A esto añadió que “la literatura estaba mucho más orientada a los hombres. Tenemos muchas escritoras que son realmente grandes, así que esperamos que el premio y todo el proceso del premio se haya intensificado y sea mucho más amplio en su alcance”. También en 2019, se otorgó un “doble premio” a la polaca Olga Tokarczuk y al austriaco Peter Handke.

En los últimos 22 años han sido distinguidas un total de ocho autoras: la austriaca Elfriede Jelinek (La Pianista, Los niños de los muertos) en 2004; la rumana Herta Müller (En tierras bajas, Todo lo que tengo lo llevo conmigo) en 2009; la canadiense Alice Munro (Secretos a voces, Escapada) en 2013; la bielorrusa Svetlana Aleksiévich en 2015 (Voces de Chernobyl), Olga Tokarczuk en 2018 (Alma Perdida, Los libros de Jacob) y Louise Glück en 2020 (El iris salvaje). Lista a la que ahora se ha sumado Ernaux.

Pioneras

La chilena Gabriela Mistral

En esta lista cabrían unos cuantos nombres propios más. Sin embargo, nos detendremos en algunos algo anteriores a los previamente mencionados. La quinta mujer en recibir este galardón fue el primer premio Nobel de Literatura que recayó en América Latina y la única autora premiada en castellano. Gabriela Mistral (1889-1957), de origen chileno, fue maestra, escritora y diplomática. Esta última labor la llevó a México, Estados Unidos, Suiza, Brasil, Italia… Su obra está traducida a más de veinte idiomas, según el Instituto Cervantes. En 1945 recibió el premio “por su poesía lírica que, inspirada por poderosas emociones, ha hecho de su nombre un símbolo de las aspiraciones idealistas de todo el mundo latinoamericano”. Rasgo que se puede comprobar en obras como Desolación (1922) o Tala, sobre los niños víctimas de la Guerra Civil española (1938).

Toni Morrison recibió el Nobel en 1993. EFE

Más de cincuenta años después, en 1993, la galardonada fue la estadounidense Toni Morrison (1931-2019), primera escritora afroamericana en recibirlo por su “arte narrativo impregnado de fuerza visionaria y poesía que ofrece una pintura viva de un aspecto esencial de la realidad norteamericana”. En el conjunto de su obra indagó en la memoria afroamericana abordando temas como la esclavitud, la segregación, la memoria, la mujer… Algunas de sus obras: Ojos azules (1970), Sula (1973), Amor (2003) y Volver (2012), entre otras.