- Espoleado por sus dos nuevas canciones, una de ellas compartida con Ana Torroja, Miss Caffeina ha vuelto a la carretera con una gira que hoy recala en el Pabellón Arena de Miribilla, en el marco del Bilbao Musik Fest, festival que patrocina DEIA. "Cada vez que subimos a un escenario es un regalo", asegura Alberto Jiménez, el cantante del cuarteto, altavoz del movimiento homosexual. "Ha llegado el momento de apoyar o estar en contra porque esto no va de política, sino de derechos humanos", apostilla.

De nuevo en marcha, será como renacer para el grupo ¿no?

—Totalmente, ya que el año pasado hicimos una cosa extraña, un híbrido entre lo acústico y lo eléctrico, y sin parte del equipo. Ahora, el concierto es ya el habitual, en eléctrico y con toda la iluminación. Es casi como volver al estadio previo a la pandemia aunque el público esté con mascarillas.

¿Qué suena en los conciertos, incluyen las canciones nuevas?

—Solemos hacer gira de dos años y luego destinamos otro a descansar y preparar el siguiente disco. Ahora, es una gira entre dos discos, ya que terminó la del anterior, Oh Long Johnson, y no hemos publicado el próximo. Es una época de transición, por lo que tocamos algo de todos los discos, especialmente del más reciente, y, claro, también los dos nuevos singles, que están siendo recibidos muy bien. Lo estamos disfrutando muchísimo. Hemos vivido cancelaciones, así que cada vez que subimos a un escenario es un regalo.

Tiene que ser fantástico volver a compartir canciones con el público.

—Es como volver a poner los pies en la tierra, ya que todo el mundo se ha tenido que adaptar, no solo nosotros, que somos un grupo mediano. Los artistas más grandes, igual. Nadie es intocable. Eso sí, al público se le ve con tantas ganas... A pesar de estar sentado y que nosotros hacemos mucha música de baile, se le ve en la cara la ilusión. Hay una energía especial.

Hablemos de sus canciones nuevas. La primera es 'Me voy', cuya letra habla de la persona que está detrás del músico, del éxito y el dinero.

—Total. El hecho de que hayamos tenido que esperar mucho a que llegara la popularidad y el reconocimiento nos ha puesto en nuestro lugar. Lo logras y tú sigues con tus mismos problemas y manías. Y lo hemos expresado de manera muy directa y con un ritmo de reggetón. Ahí está la gracia de la canción, contar algo muy profundo con un ritmo muy bailable y tan criticado.

Carlos Goñi contaba que acababa los conciertos de Revólver y se sentía de todo menos un triunfador. No diferenciamos la faceta del músico exitoso de la personal ¿no?

—Se llama el complejo del impostor. Es psicología pura, pasa bastante. Y no se suele entender, tienes razón. Algunos, al oír la canción, recalcaron la frase: "El dinero es un niño pequeño que calla y espera". Y criticaron que estaba bien criticar la pasta desde nuestro éxito. Desde fuera deben comprender que el mundo de la música no tiene tanto glamur ni es tan idílico como creen, aunque para nosotros sea el mejor trabajo del mundo.

Este tiempo de descanso artístico obligado ¿ha alimentado a la persona y dejado atrás al personaje?

—(Duda). No lo sé. Es como aquello que se decía, lo de que íbamos a salir mejores de la situación. Es mentira. Nosotros nos hemos considerado algo losers siempre, ya que nuestro éxito ha sido paulatino. Nunca hemos sentido ese triunfo repentino, así que no nos ha hecho falta una pandemia para saber qué es lo que más nos llena.

¿Que es...?

—Pues las cosas pequeñas del día, las que te dan equilibrio al acabar la gira y volver a casa. Así sabes qué tienes que hacer y qué cuidar. Algunos músicos terminan los conciertos y no saben qué hacer con su tiempo.

El segundo single es 'Punto muerto', compartido con Ana Torroja.

—Surgió de la casualidad. Habíamos soñado con colaborar con ella, pero nos parecía un imposible y nunca lo propusimos. Al final surgió al pedir yo unas entradas para un concierto que ella iba a dar en Madrid. Su equipo planteó hacer algo juntos y pensamos en esta canción perfecta para ella. Le encantó aunque la grabamos en pandemia. Ella en México, donde vive, y nosotros aquí.

¿Por qué Ana, por qué Mecano?

—Soy superfan de Mecano. Les oía de muy niño gracias a mi hermana mayor, y con los años a Ana en solitario. Oírla cantar una canción mía fue como cerrar un círculo. Me vuela la cabeza oírla cantando juntos. Es mi colaboración favorita.

¿Estas canciones formarán parte del futuro y quinto disco?

—Sí, saldrá a principio de 2022 aunque antes sacáremos dos singles más. Está ya todo grabado, en proceso de mezclas. Al principio lo hicimos en la distancia y al final nuestro productor, Max Oingel, vino tres semanas a España y lo concluimos. Lo hemos podido grabar de manera más pausada.

¿Qué nos vamos a encontrar en el futuro disco?

Me voy es una excepción en el disco, que nadie piense que nos va a dar por el reggetón (risas). Y Punto muerto es la más dance o bailable. El resto es más orgánico, con un regreso a las guitarras.

Pensaba que en los últimos discos se las habían robado.

—(Risas). Estaban ahí, pero sonaban menos. En el último apenas había, al menos no distorsionadas o primer plano. Al final, la música que oyes te sale, aunque tirado a tu rollo. Gusta ponerlo en práctica, a veces de forma inconsciente. Y tiramos también de nuestros clásicos.

Defiende que el mundo del pop es más tolerante que el del rock.

—En el rock existe una especie de Inquisición que te advierte si te sales de él. Da un poco de miedito.

Esos ayatollah del rock no dirían que New Order son rock´n´roll.

—Estoy de acuerdo, ya que su actitud lo es aunque utilicen la electrónica. Y está presente en muchos tipos de música. Pet Shop Boys es otro ejemplo, diría que su actitud es punk, ya que han ido a contracorriente siempre.

¿Serán menos bailables sus conciertos en 2022 con ese regreso a las guitarras?

—No, que haya más guitarras no quiere decir que sean menos bailables.

Ahí están Franz Ferdinand o Arctic Monkeys para corroborarlo ¿no?

—Por ejemplo. El próximo será un disco muy enérgico, sin canciones lentas. Gustará a la gente, espero. Tiene título, pero no te lo voy a decir (risas).

También cantó con Rozalén en una canción muy especial, 'Reina', en la que denunciaba el acoso que sufrió en su pueblo, Talavera de la Reina, por su condición homosexual cuando era joven.

—Otra colaboración fruto de la casualidad. La compartimos en una televisión y la conexión fue tal que decidimos grabarla en estudio. Es de las más bonitas que hemos hecho porque su voz suma mucho. A Rozalén la admiro desde hace tanto tiempo que la considero de la familia.

'Reina' será una canción especial en esta gira debido a la que está cayendo, con agresiones y muertes recientes relacionadas con la homofobia.

—Fíjate, abrimos el concierto con ella, y la utilizaba para hablar sobre el tema, que me parece importante; y hay que hacerlo más ahora, allí donde te dejen. La canción tiene tres años y pensaba que ya no era tan reivindicativa porque ese bullying le había pasado a mucha gente...

Pues se van sumando nuevas muertes.

—(Suspira). La misma mierda de siempre. Cuando piensas que las cosas han cambiado... La libertad que podamos sentir en las capitales o en nuestra burbuja personal no es tal en muchos sitios. Es algo horrible que hay que hacer visible.

Canta en la canción que era tiempo de perdonar pero, tal y como está la situación, es hora de volver a denunciar y dar la cara ¿verdad?

—Exacto, ha llegado el momento de apoyar o estar en contra. Esto no es política, no va de tendencias ni bandos, sino de derechos humanos, empatía y solidaridad.

¿Qué culpa tienen los políticos en esta situación? En televisión vemos series tan avanzadas como 'Maricón perdido' y en Afganistán hay gente que se mata por querer subir a un avión porque sabe lo que le espera si la atrapan.

—Es difícil comparar situaciones y países, ya que la historia es diferente en ambos. Parece que aquí avanzamos aunque con retrocesos; pues imagínate allí, en Afganistán el Estado Islámico lo va a cambiar todo. Resulta difícil porque hay gente, organizaciones y partidos que tiran hacia atrás todo el rato. Así es difícil avanzar. También aquí hay y sobran muchos talibanes, cada vez más.