La actriz y cantante Robin Torres encabeza, como sosías de Ana Torroja, el espectáculo Hija de la lunaque será la próxima propuesta del Festival Bilbao/Gasteiz Musik Fest, que patrocina Grupo Noticias.

La andaluza, exconcursante de La Voz, liderará a un quinteto de músicos que actuarán mañana jueves en el Bilbao Arena de Miribilla y pasado en Vitoria-Gasteiz, en el Buesa Arena. "Mecano fueron una revolución en los 80, han marcado a varias generaciones; por eso hay mono de ellos y siguen de moda", asegura Torres en esta entrevista.

¿Cómo fue su carrera profesional antes de darse a conocer con 'La Voz'? ¿Siempre tuvo claro que la música era lo suyo?

—Mi madre dice que nací cantando, que venía con ganas. Recuerdo de pequeña querer ser la vocalista, bailarina y protagonista de todos los finales de curso del colegio, y ella me formó con clases de canto. Formé mi propio grupo y también estudié teatro y danza. Todo ligado al espectáculo, venía guerrillera (risas). Era lo que quería, además de hacer feliz a la gente. No hay nada más satisfactorio que subir a un escenario y ver cómo desconectan contigo y te ofrecen una sonrisa de oreja a oreja. Claro, antes hay que dar muchos palos al agua.

¿Qué escuchaba entonces?

—Soy de 1983, de oír en la radio Los 40 y Cadena Dial, de clásicos como Queen, Bee Gees y The Beatles, a la música de mi época: Alejandro Sanz, Laura Pausini, Alaska y Mecano. Todos son parte de mi crecimiento musical, de mis gustos amplios. Todo enriquece el oído, no basta con música pop. El cuerpo y la mente deben aprender de todo para poder componer y subir al escenario.

¿De qué le sirvió su paso por 'La Voz', qué recuerda como su mayor aprendizaje?

—El recuerdo es muy bonito. De hecho, no me apunté, me invitaron ellos; y lo agradezco porque hice muchos contactos y aprendí mucho en ese gran plató de televisión, con tanto público, el jurado y el equipo de producción. Fueron muchos días de ensayos y actuaciones. Fue como un antes y un después, ya que me vio todo el país y parte del extranjero. A partir de entonces, empecé a vender más entradas y a tener más conciertos. El programa ayudó, pero nosotros trabajamos mucho, las cosas no vienen solas. Supimos aprovechar ese gancho.

¿Cómo llegó 'Hija de la luna'? ¿Fue una propuesta ajena o salió de usted?

—Fue una decisión propia y coincidió con el momento de tributo a grupos de los años 80. Salieron muchos pero nadie se atrevía con Mecano, que fueron quienes revolucionaron la música en esa década al ser los primeros que vendieron un millón de copias de un disco, con sus videoclips... Y su repertorio es muy variado, va del tecno pop a la rumba, la salsa, el flamenco... Además, sus letras son muy actuales, parece que no ha pasado el tiempo por ellas, como por sus producciones.

¿Por qué cree que no se atrevían?

—Por su escenografía, su puesta en escena, su estilismo, atrevimiento y capacidad de romper barreras a la hora de montar un espectáculo. Y luego están sus canciones, una mujer que lleva la voz cantante con dos tipos de compositores muy potentes. Hoy te vistes como ellos y parece que vas a la moda, como si no hubiera pasado el tiempo.

Los hermanos Cano competían siempre entre ellos como compositores.

—Totalmente. Además, al estudiar los movimientos y gestos de Ana Torroja he observado cómo ellos eran un portento en el escenario. Nacho no paraba y se subía a todos los instrumentos y vivía el concierto como nadie. Y José María era más tranquilo, pero un fenómeno también. Eran especiales y por ello, todavía siguen de moda. La gente tiene mucho mono de Mecano.

Ofrece un timbre vocal muy similar al de Torroja. ¿Es propio o fruto del estudio?

—Lo he trabajado mucho y casi he olvidado mi forma de cantar anterior (risas). Ana tiene una voz muy dulce, delicada y aterciopelada que emociona y no necesita un vozarrón que lo flipas para llegar a la gente. La mía es como la de Edith Piath, más de tierra y gorda. La he tenido que achicar para ofrecer un hilo de voz más fino y pequeño en el tributo. Ha sido duro, pero lo he conseguido a pesar de que no dejo de bailar, como hacía Ana, que recorría kilómetros en cada concierto.

Además del lógico respeto, ¿sintió miedo al principio al enfrentarse a tal reto?

—Por un lado, sí. Todos los artistas lo tenemos, pero se quita cuando vas trabajando y logrando metas. Y esta es muy satisfactoria, ya que me gusta ponerme retos y enfrentarme a metas complicadas. Y Mecano lo es.

Lleva de gira ya varios años, aquí y al otro lado del océano.

—Llevamos unos 250 conciertos, desde hace cuatro años, sin contar el de la pandemia. Estamos ahora con los últimos coletazos del Aidalai Tour, con la que el trío se despidió. En octubre nos pondremos con los conciertos nuevos, basados en el disco Descanso dominical.

¿El repertorio del concierto será el del disco que publicaron? En él están todos los grandes éxitos del trío.

—Eso es, se basa en el disco Aidalai, pero no puedo dejar sin cantar clásicos como Barco a Venus, Mujer contra mujer, Hijo de la luna, No es serio este cementerio... Es como un popurrí.

¿Tiene alguna favorita propia y cuál es con la que mejor reacciona el público?

—(Risas). A ver... Es una pregunta muy complicada. Reaccionan a todas igual, con un "ohhh". Todas reciben los mismos aplausos y disfrutan casi desde el minuto uno, aunque al principio la gente va a ver con qué se encuentra, a comparar, a ver qué se hace bien o mal. En las primeras canciones están al quite, pero ven pronto el respeto que tenemos por Mecano, ya que todos somos fans. Y da igual si son lentas o movidas. Por melodía, arreglos y escenografía, incluso, yo me quedaría con Eugenio Salvador Dalí. Es de pelos de punta y en ella yo me subo a un piano de cola que tiene un triángulo gigante encima. Y las luces, ayudan.

Por lo que cuenta, a las canciones se le suma ofrecer imagen, movimientos y trajes calcados del original.

—Se trata de trasladar al trío al presente y que quien venga, que crea verlo. Y lo hacemos con los mismos arreglos e instrumentos musicales, ya que nuestro director, Antonio Villalba, es un fan absoluto y antes de trabajar en el tributo tenía una colección de guitarras y teclados increíble. Me acompañan cinco músicos que se intercambian instrumentos. Por cierto, tenemos a dos Villalba, como si fueran nuestros hermanos Cano (risas).

¿Qué público acude? ¿El que vivió la época del trío o el más joven, que lo descubrió después?

—Hay de todo, padres de 40 o 50 años con hijos pequeños y que se saben las canciones, gente de hasta 60 o 70 años y también veinteañeros que acuden solos. Lo bonito de Mecano es que une a varias generaciones porque lo hacían todo muy natural y llegaba a todo tipo de público y edad. Mi madre con 65 años no va a escuchar reggetón, por ejemplo, pero con Mecano da igual la edad.

¿No sueña con una carrera personal en la que defienda sus propias canciones?

—En ello estamos. De hecho, vengo del estudio, de grabar. Llevo un tiempo con la cosa de mis canciones y rondan melodías en mi cabeza desde antes de la pandemia. Las he ido tocando al piano, grabando notas de voz... Aproveché ese tiempo sin tocar para componer. Algunas ya están listas y en 2022 lanzaré mi proyecto.

¿Qué estilo seguirá?

—Es complicado decirlo. Dicen que hago electro classic pop... Hay baladas, pop, rollo Michael Bubble... Es muy variado, como lo de Mecano, pero unido por mi voz y mi estilo. Estoy deseando ponerme a ello, tengo muchas ganas.

"Las letras de Mecano son muy actuales, parece que no ha pasado el tiempo por ellas"

"He trabajado mucho la voz y casi he olvidado mi forma de cantar. Ana tiene una voz muy dulce, delicada y aterciopelada"

"Entre el público, hay de todo; padres de 40 con hijos, gente de 70 años y también veinteañeros"