Cuando las cifras de admiradores en sus redes sociales comenzaron a subir como la espuma, Óscar Alonso (Bilbao, 1983) cedió el control a su hermano para no tener la presión de dibujar condicionado por los likes que conseguía. A día de hoy, sus cuentas de Facebook, Instagram y Twitter suman más de tres millones de seguidores, mientras 72 kilos -el alias por el que se le conoce- sigue creando con la independencia de transmitir mensajes evocadores a diario.

A través de sencillos y coloridos dibujos, ha logrado esperanzar a la gran comunidad que lo acompaña durante esta pandemia. Con su quinto libro ya en el horno, este creativo publicitario dio un paso al frente hace tres meses para dedicarse en exclusiva a su labor como ilustrador. Sus seguidores podrán conocerlo hoy, a las 18.30 horas, en la firma de libros que protagonizará en la tienda bilbaina de Fnac.

Nada de esto imaginaba Óscar Alonso cuando en 2008 comenzó a dibujar bajo el seudónimo 72 kilos. "Empezó como una apuesta con mis amigos, les dije que pesaba 92 kilos y que mi peso ideal era 72 kilos. Ellos me dijeron que no sería capaz de bajar tanto", relata el ilustrador, afincado en Mungia tras haber residido en Estados Unidos, Reino Unido y Madrid.

No solo no consiguió perder ese peso, sino que abrió una página web en la que daba cuenta de su progreso a través de dibujos. "No era ilustrador, dibujaba lo que me apetecía, marcianos o astronautas que se enamoraban. Cosas sin sentido", explica. Sin embargo, algo de ese reto que podía cuantificar a través de una balanza lo enganchó. "Y comencé a dibujar sobre otros temas, como el running o la relación a distancia con la que ahora es mi mujer", indica.

EVOLUCIÓN ARTÍSTICA

Viéndolo con perspectiva, Óscar Alonso es consciente de su evolución artística. "Hace 13 años dibujaba muñecos muy básicos, desproporcionados, mezclaba los colores... Ahora no es que dibuje de maravilla, porque yo no sé dibujar académicamente y nunca he asistido a clases, pero los personajes pequeñitos que hago son una vía de escape", considera este bilbaino que hizo una doble licenciatura de Publicidad y Comunicación Audiovisual en la UPV/EHU. "Mi fuerte está en lo que transmiten los personajes, el estilo gráfico ha ido cambiando y cambiará con los años", asevera el ilustrador, cuyos mensajes han conectado especialmente con sus seguidores durante la pandemia.

"Lo que dibujaba era lo que se me pasaba por la cabeza", expone. Tres meses antes de que empezara el confinamiento falleció la madre de su mujer y revela que fue duro no poder estar cerca de su suegro o de su cuñada. "Todo eso lo iba trasladando a mis dibujos, esas ganas de reunirte con la gente, que era compartida por un montón de personas", indica Alonso, antes de admitir que eso ayudó a que el perfil creciera.

"Hemos estado tan con nosotros que al final esos pensamientos tenían que salir por algún lado. En mi caso fue a través de las viñetas", expone el ilustrador que comenzó a dibujar como un hobby. "En vez de compartir fotos de mis vacaciones comparto mis dibujos para contar lo que me pasa. Si eso ayuda a alguien que no sabe cómo expresarse para que pueda explicárselo a su padre o a su novia, me doy por satisfecho", asevera.

VIÑETA DIARIA

Sin embargo, el éxito de 72 kilos es previo a la crisis sanitaria. "Intento no mirar las cifras en redes, aunque hace año y medio o dos años, cuando empezó a crecer de una forma exponencial, me asusté", confiesa el ilustrador bilbaino, quien cedió a su hermano el control de las redes. "Quería mantener lo que me gustaba, la esencia de todo. Si lo ven más o menos personas es consecuencia de un trabajo bien hecho, pero no quiero que sea una presión", reconoce Óscar Alonso, para quien las cifras de Instagram, por ejemplo, son un número "frío".

No obstante, también considera que las redes son un medio para interactuar con sus seguidores. De hecho, hace escasos días sometió a votación la elección de la portada de su quinto libro, que se publicará en otoño. "Como el libro se llamará Un libro contigo me gustaba la idea de compartirlo. Ha habido miles de votos y mucha gente me ha escrito. Ver que detrás de esas cifras no hay máquinas, sino personas que sienten, me inspira para seguir regando esa pequeña comunidad que se ha creado", asegura el ilustrador.

En cuestión de dos años, este creador se ha convertido en todo un velocista editorial. Se inició anecdóticamente en 2014, con un libro sobre running bajo el nombre Un millón de runners. "Está descatalogado porque se vendió muy bien pero queremos hacer una nueva edición", revela. La carrera comenzó en 2019, con la publicación de Las vidas que dibujamos, y siguió en 2020, año en el que un día antes de que se decretara el confinamiento salió El mundo es un regalo y, meses después, Las cosas que importan.

"Al publicar una viñeta diaria hay mucho material. A veces el problema es elegir qué viñetas se quedan dentro y cuáles fuera", afirma el ilustrador, que cuenta con un remanente de viñetas. "Estoy contento porque está funcionando bien, que siga así", añade Alonso, que hace poco se lanzó al mundo del merchandising con unos pocos artículos que llevan sus dibujos.

DEDICACIÓN EXCLUSIVA

Tan bien le va, que el último año y medio ha sido prácticamente imposible compaginarlo con su trabajo como creador publicitario. Por ello, hace tres meses tomó la determinación de dedicarse en exclusiva a 72 kilos. "Me estaba quitando tiempo de dormir, porque a mis hijos y a mi mujer no les iba a quitar tiempo. Era insostenible y tuve que tomar la decisión. Aunque tuve miedo al final me he convencido de que va a funcionar", afirma el creador.

Ahora tiene todo el tiempo del mundo para encontrar la inspiración para sus viñetas diarias, algo en lo que su pasado como creativa le ayuda sobremanera: "Tengo la capacidad de desechar ideas y no tirarlas a la basura, sino dejarlas en un lugar en el que otro día puedan salir ideas mejores". Así es como se enfrenta al reto diario en el que encuentra estímulos en cualquier parte, escuchando música, viendo una película o escuchando a la gente, su mayor fuente de inspiración.