El pasado día 8 se pudieron conocer a través de Netflix los cinco últimos episodios de Memorias de Idhún, la serie de animación que, desde Gasteiz, Maite Ruiz de Austri ha creado a partir de los conocidos personajes de Laura Gallego. Seguro que el próximo lunes, como miembro de la junta directiva de la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas de España y poseedora de dos Goya, estará muy atenta a la lectura de los nominados de estos premios, donde el cine alavés tiene muchas opciones de figurar alto. Un sector local que ella, además, representa como presidenta de la Asociación de Productores Audiovisuales Independientes de Álava (Apika).

¿Un 2020 muy extraño, verdad, porque en realidad ha sido un año de mucho ajetreo laboral para usted con 'Memorias de Idhún'?

—Raro, muy raro. Por una parte, he estado con Memorias de Idhún, que la pudimos terminar en septiembre a pesar de que en un momento dado nos tuvimos que ir todos a casa para trabajar desde allí . Es verdad que en la animación es algo habitual trabajar desde casa así que, hasta cierto punto, eso no ha sido un problema. Sí ha afectado más al tema de promoción, de ir a festivales con la serie, de moverse, teniendo que optar por hacerlo todo por Internet. En paralelo no hemos parado en el trabajo en la Junta de la Academia. Y a eso se ha unido el trabajo en Apika, que ha sido muy intenso porque en los tres últimos meses de 2020 hemos hecho todo lo previsto para un año completo con charlas, talleres, encuentros... Ha sido importante porque hemos podido traer a gente muy interesante.

¿Contenta con la recepción que ha tenido 'Memorias de Idhún'?

—Ha sido una experiencia muy satisfactoria en la que también he aprendido. He trabajado muy a gusto. De hecho, hacerlo con Netflix ha sido estupendo porque te dan toda la libertad pero siempre están ahí para lo que necesitas. Poder contar con un equipo de gente de aquí es algo a subrayar. Ha sido especial y ahí quiero destacar el apoyo de la Diputación. Sin su colaboración, no sé si esto hubiera sido posible. Hemos demostrado que algo así se puede hacer en Gasteiz, desde aquí al mundo.

¿Cómo se presenta 2021, teniendo en cuenta que seguimos en medio de la incertidumbre?

—Por una parte, quiero hacer el desarrollo de un proyecto de una película para niños. Es el momento de dar los pasos para ver si puede interesar, si lo podemos presentar en el Gobierno vasco, en el ICAA (Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales), etcétera. Pero para eso, lo primero es hacer un buen desarrollo y en eso estoy. Además, hay varias propuestas que no son de animación, que son de imagen real, sobre las que estoy hablando con gente y que están tan verdes tan verdes que ni siquiera son proyectos concretos. Pero bueno, puede haber cosas interesantes. En paralelo está la labor en Apika, teniendo en cuenta que creo que vamos a poder vivir un 2021 muy interesante para el audiovisual alavés. Cada año estamos viendo cómo el sector sigue sumando logros y tenemos que pensar qué pasos podemos dar para apuntalar un poco más el éxito que se está viviendo.

Es verdad que no se viene de la nada, pero parece que el sector audiovisual del territorio está en un buen momento difícil de imaginar no hace tanto.

—Sí, sí. Creo que es algo que está viendo todo el mundo.

¿Pero qué se necesita, más allá de la situación generada por la pandemia, para asentar la industria del audiovisual en Araba?

—Hay una cosa imprescindible que ya tenemos, talento. Si hay eso, se puede soñar. Lo estamos viendo a través de gente que ésta haciendo cosas muy interesantes y, además, premiadas. Y eso rompiendo un tanto las reglas, con directores de largometrajes que vuelven al corto cuando pueden. Vamos a ver qué pasa con los Goya, pero no perdamos de vista a David Pérez Sañudo tanto con Ane como con el corto Un coche cualquiera. O mira a Paul Urkijo y Dar-Dar, el recorrido que está teniendo. También a Estibaliz Urresola con Polvo somos. Podría poner más ejemplos porque hay talento. Al margen de esto, es fundamental el papel de las instituciones a distintos niveles, del ICAA, del Gobierno vasco, ETB... De todas formas, con el ICAA ahora mismo hay un problema con la concepción que tienen del audiovisual y del cine que nos ha llevado, por ejemplo, a lo que nos pasa en animación, que hay cero películas españolas en estos momentos.

En este sentido, ¿qué caminos sería bueno recorrer o abrir?

—Para empezar, que siga lo que nos ha dado un poco de vidilla estos últimos años, es decir, las ayudas tanto del Ayuntamiento de Gasteiz como de la Diputación de Araba. Han sido y son fundamentales, no tanto por la cantidad de dinero sino por lo que suponen de soporte, de espaldarazo, sobre todo para quien está empezando. Ahí también hay una cuestión referida a la fiscalidad que tenemos que ser capaces de afrontar entre todos. Además, necesitamos la complicidad de ETB, que sea una televisión que compre y que entre en los proyectos. En algunos casos ya lo está haciendo y es básico que eso vaya a más. En este sentido, sería bueno asimismo que apostase por series de aquí. Eso generaría más trabajo y asentaría a los equipos técnicos. También es imprescindible que el Gobierno vasco siga mirando al sector como lo está haciendo de un tiempo a esta parte. Es decir, necesitamos que las instituciones a nivel del País Vasco sigan haciendo lo que vienen desarrollando porque vamos bien enfocados. Pero a nivel estatal necesitamos un golpe de timón en el ICAA. No se está llevando el audiovisual a su dimensión industrial, sino que nos hemos quedado en el rollo de amigos, de comisiones que no sabes quién compone...

¿Es un problema de falta de interés, algo premeditado o qué?

—Es absoluto desconocimiento. Cuando mezclas eso con el poco interés, tienes lo que nos estamos encontrando. Por ejemplo, como decía antes, en los Goya solo hay una candidata a mejor película de animación, que además es una coproducción con Argentina.

Estamos en época de premios y hay producciones alavesas que tienen posibilidades pero también estamos en pandemia con las salas de cine con aforos muy reducidos, con muchos problemas para la distribución ¿Con qué nos quedamos?

—¿Sabes lo que pasa? Que hemos cambiado el paradigma. Ya estábamos en ese camino y la pandemia ha ayudado a darle el empujón definitivo. Ahora hay rodajes y se hacen películas. La situación no es peor que antes, más o menos. Las que realmente están sintiendo la pandemia son las salas de cine. ¿Qué pasa ahora con su papel dentro de la comercialización del sector? Ya no hace falta ni siquiera estrenar en los cines. Incluso el papel de las propias televisiones está cuestionado. Las grandes plataformas han llegado y han cambiado el escenario. Vamos a ver qué pasa con el papel de las televisiones nacionales porque en muchos casos va a ser más interesante acudir a la plataforma digital. Esto dibuja un panorama en el que todo el negocio de películas y de series va a pasar por esas plataformas, con lo que la película pequeña va a tener más problemas en cuanto a las fuentes de financiación. Por eso es tan importante lo que está en manos de las instituciones públicas.

En esa implicación imprescindible de las administraciones, ¿cuando Apika va dando pasos, encuentra respuesta?

—De momento sí. Por ejemplo, ahora mismo ha habido un cambio en los equipos tanto de Gobierno vasco como de ETB. Con el Ejecutivo ya hemos hecho el primer contacto y me ha gustado lo que he visto. Creo que se podrá hablar y hacer cosas. Con ETB tenemos que estar todavía, aunque sí creo que deberíamos ser capaces de dar pasos. Es un presupuesto muy importante el que maneja el ente y su peso dentro del sector es fundamental.

"Las ayudas institucionales son fundamentales, no tanto por la cantidad de dinero sino por lo que suponen de espaldarazo”