Goats head soup ExileAngie el álbum se reedita ahora en varios formatos con temas inéditos

Nadie es infalible, ni los grandes genios o artistas. Por ello, la crítica atizó con saña a The Rolling Stones cuando publicaron Goats head soup. Hasta cierto punto resulta comprensible porque el quinteto, todavía con Mick Taylor a la guitarra en sustitución del fallecido Brian Jones, venía de grabar una de sus obras maestras, Exile on main street, el álbum doble que incluía Rocks off, Tumbling dice, Shine a light, Sweet Virginia o Rip this joint, por nombrar algunas de sus gemas.

Es una opinión, modesta y propia, pero la crítica se equivocó al minusvalorar Goats head soup. ¡Y qué mejor que la actual reedición del disco para confirmarlo! Tras su exilio en Francia, el grupo viajó a Jamaica a grabarlo, a finales de 1972, porque tanto Jagger como Richards no podían entrar en Estados Unidos por sus problemas con las drogas y de orden público. El guitarrista ya había acudido a la isla anteriormente y acabó quedándose tiempo después enamorado de sus calles peligrosas (en Kingston se veían tantas pistolas como porros) y de la cultura rastafari tras la eclosión de Bob Marley y sus Wailers.

Con la pareja de Richards, Anita Pallenberg, enganchada a la heroína y con dos hijos, la banda se instaló en los Estudios Dynamic Sounds, en los que Jimmy Cliff grabó el mítico The harder they come. Era un estudio de cuatro pistas y con el taburete de la batería ¡clavado al suelo! donde mejor sonaba, según recuerda el guitarrista en su biografía, Vida. El viejo pirata reconoce en el libro que el momento no era el ideal, ya que "nos habíamos quedado en el dique seco" tras Exile€ Por ello, reconoce, "nos dio algunos quebraderos de cabeza encontrar el mismo nivel de cohesión" que en el trabajo anterior.

A pesar de ello, Richards lo recuerda con agrado. "Disfruté haciendo el disco y recuerdo una sensación de gozo y felicidad, además de trabajo duro", explica, a la vez que reivindica canciones como Angie, la balada que abrió al grupo al gran público mundial o la triste Coming down again, que nunca aclaró "si iba sobre la droga", y que parece hermana de la elevada y solitaria melancolía emponzoñada de country y jako que compartió con su amigo Gram Parsons. Entre sus favoritas destacan también Doo doo doo doo (Heartbreaker), joya funky en la que denunciaban la violencia policial, y Star star, un rock que homenajea tanto a su héroe Chuck Berry como a esas chicas de caderas amorosas capaces de hacer trucos sexuales con frutas que alegraban las noches del grupo.

Y como prueba esta reedición, el álbum, muy heterogéneo estilísticamente, tenía muchas más gemas, como el r&b sucio y sleazy Dancing with Mr D; el tobogán rítmico de 100 years ago, con Taylor saliéndose en su solo de guitarra; la suciedad de la armónica en Silver train; el magistral, guarro y sexual r&b Hide your love; la psicodelia alucinada y con flautas de Can you hear the music y la balada campera Winter, considera menor pero que suena apabullante con la entrada de la orquesta.

El álbum está disponible en varios formatos y ediciones, incluidas plataformas digitales. La operación destaca porque ofrece nada menos que tres inéditos de la época, a cual mejor. Cris cros tiene un riff chulesco y marca de la casa, mientras que All the rage presenta un pavoneo honky tonk y bailable a lo Brown sugar, y Scarlet, "el Santo Grial" para sus fans y de impacto inmediato, presenta una colaboración de Jagger y Richards con Jimmy Page (Led Zeppelin) y Rick Grech (Blind Faith). Además, se ofrecen mezclas inéditas, instrumentales y un concierto en directo de la gira de 1973 titulado Brussels affair.

Yo la Tengo

También acaba de reeditarse uno de los discos clave del trío estadounidense Yo la Tengo, ariete de la música alternativa de los 90. Se titula Electr-o-Pura y fue el séptimo trabajo del trío formado por el matrimonio Ira Kaplan-Georgia Hubley, y el bajista James McNew. En él, como sus héroes Velvet Underground y colegas como Luna, Dinosaur Jr o Pavement, fueron capaces de ofrecer una faz delicada y casi pop y otra más experimental, entre distorsión y acoples de electricidad. 25 años después se disfrutan igual las tormentas y desvaríos de False alarm que su visión más plácida en The hour grows late y Pablo and Andrea, la magia de Tom Courtenay, donde se resumen ambas caras, o el desfase de Blue line swinger.