Con “gran fuerza creativa” regresan The Psychedelic Furs, una de las bandas claves del afterpunk oscuro y más incisivo de los 80 con un nuevo disco, Made of rain (Cooking Vinyl. Everlasting), tras una larga ausencia de casi tres décadas. Y el álbum, magnífico y que recupera al grupo caótico, magnético, rugoso y psicodélico de sus mejores años, es una de las noticias musicales de este extraño verano. “¿Por qué no?”, dice su líder, el elegante Richard Butler, sobre esta vuelta. “Ha sido muy natural”, apostilla.Han regresado cuando casi nadie les esperaba. The Psychedelic Furs vuelven veintinueve años después de su último disco, World outside. El ahora sexteto liderado por el vocalista Richard Butler, en su juventud estudiante de Arte, es una banda desconocida para el gran público pero una referencia absoluta de los 80. Y si no, que se lo hubieran preguntado a David Bowie, quizás su fan más conocido junto a Bob Dylan, pasando por The Strokes, The Killers o REM.

El grupo debutó con el inicio de los años 80, con la vista puesta en el art rock, Bowie, la Velvet, sus adorados Sex Pistols y el proto-punk de los Stooges de Iggy Pop. Todas esas maravillosas influencias se evidenciaban en su debut, un álbum homónimo de elevada calidad, espíritu punk, sonido garajero proporcionado por la producción de Steve Lillywhite y clarísimas influencias de la psicodelia. Butler, junto a su hermano, el bajista Tim; y el magnífico guitarrista John Aston, metieron la cabeza en esa oleada afterpunk formada por The Cure, Siouxie & The Banshees, los primeros New Order o Echo & the Bunnymen.

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Contribuyó a ello su continuidad, Talk, talk, talk, igualmente rugoso y enorme pero mejor grabado y que incluía la canción Pretty in pink, la que, años después y gracias a su participación en una comedia cinematográfica homónima, acercó su música al gran público. Fue solo un bonito espejismo, que había ido cobrando entidad con álbumes deliciosos como Forever now, producido por Todd Rundgren; y Mirror moves, más directos, con estribillos accesibles y profusión de teclados. La recta final, hasta su disolución en 1992, estuvo espoleada por el hastío, las expectativas incumplidas y las presiones de su discográfica para sonar más comerciales.

Silencio casi eterno

Y este fin de semana, tras un hiato de veintinueve años en el que los hermanos Butler lo intentaron (y fallaron) con el proyecto Love Spit Love y el líder en solitario, The Psychedelic Furs sorprenden con un trabajo magnífico que culmina su crecimiento en este siglo, logrado gracias a la solvencia de sus directos, su influencia en las nuevas generaciones y al apoyo de series como Strangers things y películas como Call me by your name, donde han sonado sus canciones.

“Ni siquiera yo sé por qué hemos tardado tanto. Me pasé veinticinco años diciendo que para qué, y los últimos cuatro que ¿por qué no?”, explica sobre la vuelta Butler, que tiene ya 64 castañas pero mantiene su voz en gran forma. “Éramos una fuerza creativa y cuando comenzamos a escribir canciones, sucedió de forma bastante natural”, indicó a Yahoo Entertainment. Sí, naturales y creyéndoselo, como unos chavales que empiezan.

También nos preguntamos la razón de esta ausencia al oír The boy who invented rock & roll, su atmósfera malsana, repetitiva y oscura creada por el saxo, una monolítica sección rítmica y guitarras asfixiantes que se tornan psicodélicas. Difícilmente mejor podría abrirse un disco. Bueno, Made of rain, co-producido por l exmiembro del grupo Richard Fortus, ahora en Gun’N’Roses, incluye otras piezas excelsas como Don’t believe, que aúna la contundencia sónica de sus dos primeros discos y la claridad melódica de Forever now, o You’ll be mine, propulsada por el aliento de la Velvet de Venus in furs, la más onírica.

Y no le va a la zaga Come all ye faithful, con su bajo funky y que se revela como la pieza más experimental y psicodélica, o No-one, opresiva y afterpunk, con una melodía malsana y atrayente como las de Robert Smith. También hay espacio en Made of rain para baladas y medios tiempos más convencionales, con Wrong train y Tiny hands a la cabeza, que en otras manos podrían sonar AOR y que se acercan al notable en la voz de Butler, poderosa, grave, dramática y emocionante, como en Hide the medicine, con su guiño envolvente a Cocteau Twins y el coro femenino de su teclista. Stars, con su despedida explorativa, nos emplaza al ya añorado encuentro en 2021, en alguno de los muchos festivales que, seguro, protagonizará el grupo tras este regreso a la altura de su leyenda.