GALDAKAO -Es el mejor de los días pues nos ha alumbrado el sol de este invierno, pero es el peor de los días porque ha muerto un amigo y un maestro y es como si se hubiese apagado la luz. Es el momento de hacer una reflexión pero la mente se niega a lógica alguna pues el corazón esta herido y quiere exprimir su dolor recordando los años en que se gestionaron los segundos, los minutos y las horas de la amistad y del quehacer, y pidiendo ayuda a León Felipe, poeta que influyó en su vida y del que hizo tesis universitaria José Ángel Ascunce, recito en voz baja como si estuviera rezando, mientras me seco los ojos ...cuando mis lágrimas te alcancen/ la función de mis ojos/ ya no será la de llorar/ sino ver.

Y voy recordando el lejano tiempo en que florecidos el romero y el espliego en los campos del Valle de Egues/Eguesibar, Ascunce vino a Nabarra para iniciar su andadura conmigo en el trabajo de estos años, memorando a sus antepasados, y de su asombro cuando vio el cielo azul que nos cubría y el viento suave que nos mecía, el paisaje cerrado con las montañas con los picos blancos de nieve que nos cobijaba, porque él tenía remembranzas de una guerra terrible que alejó a su familia de allí. Fue entonces, y desde luego después, que auxiliada por las palabras de León Felipe, le fui definiendo: Ser en la vida romero/ romero solo que cruza siempre por los caminos nuevos/ ser en la vida romero/ sin mas oficio, sin otro nombre y sin pueblo/ ser en la vida romero siendo romero....

Y voy recuperando la memoria de las reuniones celebradas en Donosti, cercándonos el mar, comenzado el nuevo siglo, creada Hamaika Bide, su hija espiritual, inicio de una andadura cultural donde las voces castigadas por el franquismo inquisidor, gracias al esfuerzo de Ascunce por encontrarlas, dispersas como estaban cual espigas de trigo sacudidas al viento, tuvieron voz y presencia, fuerza y valor. En los actos académicos que se fueron organizando, bajo su batuta, crecido el equipo de trabajo que le rodeó fielmente, entre los que se encontraba su esposa, la profesora Marixe San Miguel, y que dieron fruto en publicaciones de extraordinario alcance para conocer mejor facetas del alma peculiar de los vascos.

Era hombre alto y fuerte, con algo de la corpulencia de los alisos/alza que crecen en Eguesibar, amable de trato, nutrido su espíritu de la poesía que armonizaba su mente y articulaba su palabra y que otorgaba esplendor a su pensamiento, sonriente y conciliador, infatigable trabajador, conduciéndonos a todos los reunidos pero dispersos, al redil de su ideario. Formidable esfuerzo realizó no tan solo al generar un trabajo tan valioso sino manteniendo la calidad. Germinó su Hamaika Bide con sus XVI Congresos, su Editorial Saturraran con sus diez libros publicados, y las propias realizaciones de sus grados doctorales, de su ejercicio de profesor de cátedra... una referencia cultural excelente. Nos lo dice León Felipe, que fue suyo y nuestro a la vez, con su melosa pero acerada palabra de poeta exiliado. Porque iba de pueblos en pueblo/ errando por la vida/ luego del mundo en mundo errando por el cielo/ lo mismo que esa estrella fugitiva?

Cuando alguien como Ascunce parte de entre nosotros, convirtiéndose en una estrella en el atardecer melancólico que hoy es el nuestro, se padece el dolor inmenso por el vacío que nos queda, pero también se valora cómo Ascunce ha tenido el cuidado de marcharse, culminado su último trabajo, el congreso Ciencia y Exilio, de Hamaika Bide, dejando la presidencia ejercida tantos años en buenas manos, cuidando, pese a su ausencia, rebajar la acidez del intercambio de ideas diversas pues el fin último es el progreso y el entendimiento humano... y aunque una sabe que algo así no volverá, que fue un milagro haberlo vivido una vez, le queda el corazón confortado y las palabras de su poeta nos van consolando... como una nube blanca/ que va sola en el cielo/ y tan alta/ como la luna/ de plata/ Vendrás a parar mañana/ Igual que mi amor/ en el agua/ del mar /amarga.